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Ricardo Piglia, Blanco nocturno
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Comptes-rendus

Ricardo Piglia, Blanco nocturno

Barcelone, Editorial Anagrama, 2010
Edgardo H. Berg
Référence(s) :

Ricardo Piglia, Blanco nocturno, Barcelone : Editorial Anagrama, 2010

Texte intégral

Ropa limpia, negocios sucios    

1Podría comenzar diciendo que la última novela de Ricardo Piglia, Blanco nocturno (2010) cuenta la historia de una valija, de un bolso, de una maleta perdida en un Hotel de provincia, en el Hotel Plaza, a pocos kilómetros de Rauch, en la Provincia de Buenos Aires, en los tiempos de Onganía. Son también los tiempos de la aparición de las primeras guerrillas urbanas y, también, de la inminencia, que en muchos sectores de la sociedad del pueblo se vive como una amenaza, del retorno de Perón que circula en los diálogos de los personajes de la novela y en la inscripción y en las pintadas políticas sobre las paredes del pueblo. Si se quiere Blanco nocturno es una historia de valijeros en el medio la Pampa húmeda, mientras una de las hermanas Belladona, Sofía, escucha Moby Grape, Traffic, Cream o Love fumando un cigarrilo de marihuana. Quiero decir, Piglia retoma, de algún modo, Nightfall (A caer la noche de 1947) de David Goodis, ahí dónde uno de los fugitivos y salteadores de un banco confunde el maletín del dinero y deja otro en una casa de campo. En este sentido, podríamos pensar las marcas de Raymond Chandler, y en especial de David Goodis en la última novela de Piglia, el escritor norteamericano admirado por Piglia que editó a principios de los setenta con traducción de Estela Canto dentro de la colección de Serie Negra que dirigió Piglia para la editorial Tiempo Contemporáneo.1

2     La novela Blanco nocturno está dividida en dos partes y en esa partición se cuentan dos historias, una historia, si se quiere, de viaje y de destierro (que da lugar a una investigación policial a partir de la muerte del protagonista de la primera historia) y otra, que está entreverada con la primera y que se centra en la  historia de un inventor, refugiado en una fortaleza abandonada. La historia del forastero y jugador de apuestas, del portorriqueño Anthony Durán que viene de Atlantic City a la Pampa húmeda, a un pequeño pueblo de provincia, enamorado de las hermanas Belladona, Sofía y Ada, nietas del fundador del pueblo; y la historia de Luca Belladona, el hermanastro que tiene un litigio judicial contra su padre, Cayetano Belladona, con la intención de mantener una Fábrica en desuso, a las afueras del pueblo. Dos historias centrales, entre múltiples perspectivas y versiones, anudadas y entrelazadas por una trama sórdida que cuenta los negocios sucios y el tráfico de intereses entre los productores y hacendados rurales, los caudillos locales, el aparato judicial y los bancos y compañías financieras que se disputan el terreno de la fábrica para construir un lugar de exposición, un shopping de productos y maquinarias agrícolas. Esas dos historias centrales como plataformas móviles, permiten pensar el texto como dos novelas o como la imbricación y la mezcla de ambas. Los mismos acontecimientos separan el texto en dos, en dos mundos antagónicos y paralelos; y los puntos de intersección entre ambos son el armazón y el fundamento de la construcción novelística de la última novela de Piglia. Una primera historia, a lo Raymond Chandler o David Goodis, si se quiere, pero en el medio del campo, de la pampa húmeda, a pocos kilómetros la localidad de Rauch, y que cuenta los procesos de transformación capitalista de la producción agrícola; y donde el muerto, el forastero con su valija de dólares, es la clave de la transnacionalización del capital y del vaciamiento de una fábrica automotriz de punta abandonada en las afueras del pueblo; y una segunda, derivada de la primera y contada como si fuera la misma historia, la novela arltiana, del inventor de mundos clandestinos y alternos, la ficción de Luca Belladona, dónde las ideas, las invenciones locas de maquinarias, engranajes y artefactos mecánicos entran, cual proceso jüngeano, en principio de individuación.

3     Habría que agregar que esta novela de personaje, quizá como todas las novelas de Piglia con personajes muy nítidos y construidos a partir de breves historias singulares que unen y capturan los fragmentos de vida con el sentido de esa experiencia, se multiplica en versiones y perspectivas, como por ejemplo a partir del diario de Emilio Renzi o de las notas a pie que desdobla y fractura el enunciado novelístico, al modo del comentador arltiano de Los siete locos o del narrador heterodieguéticoo disfórico y por fuera de la historia central de La invención de Morel de Bioy Casares, notas a pie que completan las historia de vida de los personajes, transcriben las anotaciones de Shultz del diario de Luca Belladona, cuenta la historia de la familia Belladona vinculada con el origen  la posesión de la tierra en la Argentina, establece un verdadero tratado económico en fragmentos o deriva la historia que cuenta la novela en otras anteriores y posteriores.

4En general, la literatura argentina ha mantenido, a lo largo de su historia, relaciones desplazadas con los modelos del género policial, con sus temas y procedimientos. Se podría decir que más bien ha habido un modo de relación desviado e indirecto: un uso político del género. Las formas de distanciamiento, traslado o traducción de una forma y un modelo extranjero será postulado, en su forma más extrema, como un imperativo de nacionalización que pueden pensarse, si se quiere a través de la producción textual de Borges y Walsh (basta pensar en el doctor Honorio Bustos Domecq y sus Seis problemas para don Isidro Parodi o en Operación masacre, Caso Satanowsky  o Quién mato a Rosendo?). Ricardo Piglia, como Rodolfo Walsh y Jorge Luis Borges, articula y cuenta con su última novela, al modo de una serie o un engranaje fino, las variaciones en escala microscópica y virtual de una tradición nacional descentrada y equívoca con el género policial.  

5La novela Blanco nocturno de Ricardo Piglia fija el punto de enunciación y establece los posibles narrativos en el continuo, como si nuestro autor fuera el mejor intérprete, en el sentido musical del término, de infinitas variaciones. Así es que el comisario Croce, el encargado de la investigación, se mueve por fuera de las versiones circulantes sobre el muerto y los motivos de su asesinato. En base a un saber por momentos intuitivo, basado en predicciones y en una verdadera teoría del saber mirar, como si se pudiera calibrar con precisión un blanco en la noche, Croce avanza como un rastreador en el medio de la pampa, sólo y a tientas; traicionado por su asistente Saldías y enfrentado con el fiscal Cueto, protagonista del negociado de la fábrica y verdadero prestidigitador de los negocios sucios. Los negocios de lavandería, la ropa limpia de un pueblo que esconde las transacciones espúreas valen más que la verdad, Croce es encerrado en un manicomio y desde allí, ayuda a Emilio Renzi, su continuador en la investigación; mientras escribe y hace circular cartas anónimas y postreras denunciando el tejido de una trama económica que los chacareros, estancieros y rematadores encubren o no dejan ver.  Croce recuerda o trata de recordar los viejos tiempos  y en esos « recuerdos (que) ardían como destellos en la noche cerrada », rememora al comisario Leoni (Adolfo Pérez Zelaschi), el paso a retiro de su amigo, el comisario Laurenzi (Rodolfo Walsh) y la última vez que se vieron en un café en la ciudad de La Plata y al loco del comisario Treviranus ahora, cesanteado, por culpa del equívoco de un  investigador amateur (Lönnrot) que se había obsesionado por el asesinato de Yamordinsky.

6Borges, Zelaschi, Walsh y Piglia entrelazados en la continuidad del uso y experimentación del género. Borges, Zelaschi, Walsh y Piglia, si me permiten, una serie que continúa.      

71  La novela de Goodis que hago referencia (Nightfall) fue llevada al cine, en 1957, por Jacques Tourner. El autor norteamericano quizá sea más conocido por la versión de la novelaDown There (1956)  que hizo François Truffaut bajo el título Disparen contra el pianista (1960) y con Charles Aznavour como protagonista.

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Pour citer cet article

Référence électronique

Edgardo H. Berg, « Ricardo Piglia, Blanco nocturno », Amerika [En ligne], 4 | 2011, mis en ligne le 20 juin 2011, consulté le 05 mars 2014. URL : http://amerika.revues.org/2167

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Auteur

Edgardo H. Berg

Celehis, Universidad Nacional Mar del Plata

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Droits d’auteur

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