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Teología y vida - Recepción de Agustín en el pensamiento de Lutero

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Teología y vida

versión impresa ISSN 0049-3449

Teol. vida v.43 n.2-3 Santiago  2002

http://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492002000200004 

Teología y Vida, Vol. XLIII (2002), pp. 121-137

Joan Busquets D.
Profesor de la Facultad de Teología de Catalunya,
Barcelona , España

Recepción de Agustín en el pensamiento de Lutero (1)

RESUMEN

"Consciente de su responsabilidad como doctor y como pastor", Lutero se apoya en su experiencia interior y en el estudio intensivo de la Sagrada Escritura, y es "conducido a redescubrir la misericordia de Dios, en medio de la angustia e incertidumbre de su tiempo". Se trata del "descubrimiento reformador", que consiste en "reconocer la justicia de Dios, como justicia que da y no como justicia que exige y que condena al pecador". El justo vive por la fe, es decir "vive de la misericordia que Dios nos da por Jesucristo" (55).

Este descubrimiento, liberador para él, encuentra confirmación en la doctrina de su maestro, san Agustín. Es innegable la presencia de la teología agustiniana en el tema de la justificación. Sin embargo, por ser la adhesión a la doctrina de Agustín posterior al "descubrimiento" de Lutero, este recibe más influencia del agustinismo posterior que de la doctrina estricta del santo obispo de Hipona. Lo más exacto es constatar en Martín Lutero un agustinismo desviado.

En su combate contra la Escolástica, Lutero se sirve de Agustín. Este enfrentamiento, dominado por el subjetivismo y la desazón, le conduce a radicalizar su postura y a adaptar la teología agustiniana a su Reforma. Así interpreta abusivamente a Agustín como teólogo antiescolástico, antiaristotélico y, en definitiva, el anti-Tomás.

La Orden de san Agustín mantuvo la tradición de su escuela teológica y levantó la bandera del pensamiento agustiniano, antes y después del reformador alemán. La hipótesis de la historiografía actual, sobre una vinculación entre el pensamiento de san Agustín, la teología de su orden y la del ex fraile agustino Lutero me parece sostenible (56).

Este agustinismo teológico también encontró eco y alianzas en las corrientes "devotas", evangelistas y erasmistas de la prerreforma y la reforma católica. No debe olvidarse el ambiente devocionalista y reformista de los conventos que pertenecían a congregaciones de observancia (como el de Erfurt), que estaban influidos por la Mística renana, con su teología "negativa", y más por la Devotio moderna, con su espiritualidad subjetiva y experiencial, biblista y cristocéntrica (Tauler, Kempis, Teología Deutsch), a la vez que con cierto distanciamiento de la Iglesia jerárquica.

En vísperas del concilio de Trento, el agustinismo tuvo un peso notable, especialmente a través del "partido" más proclive a establecer puentes con los reformadores (integrado por teólogos y reformistas católicos: Pflug, Gropper, los cardenales Pole, Contarini y Cervini). En el concilio "la batalla" sobre la justificación se llevó en nombre de Agustín. Con la doctrina de la doble justicia propugnada por Seripando, se pretendía mantener a la vez el punto de vista luterano complementado con el católico. El intento fue rechazado por Lutero y por el Concilio (que, sin embargo, no lo condenó). El decreto del Tridentino sobre la justificación conserva el estilo paulino y agustiniano y debe considerarse "la interpretación más exacta del pensamiento de Agustín" (57).

Finalmente, Lutero se lanzó apasionada y angustiadamente a la búsqueda de lo que debía ser nuclear en la fe. Lo más central de la teología cristiana es la justificación del pecador exclusivamente por la acción de Dios. Es la misericordia del Padre que la realiza aplicando al hombre la gracia de su Hijo. Este "feliz intercambio" constituye su descubrimiento, su novedad, su evangelio, la única verdad.

La comprensión oportuna de este estudio tiene su marco en el diálogo ecuménico entre las Iglesias. En efecto, iniciado en los albores del siglo XX, el ecumenismo va dando sus frutos, después de largos años de trabajo conjunto, muchas veces silencioso y siempre superando escollos. Los resultados en el campo más estrictamente teológico constituyen "un motivo de esperanza" y deben atribuirse, primero al movimiento ecuménico en toda su amplitud, pero también al espíritu y a los principios emanados por el Vaticano II (especialmente en el decreto Unitatis redintegratio).

Por lo que toca a nuestro tema, este es el resultado todavía muy reciente: "Un amplio consenso se dibuja sobre la doctrina de la justificación que ha revestido una importancia decisiva para la Reforma. En efecto, solo por la gracia y por la fe en la acción salvadora de Cristo, y no sobre el fundamento de nuestros méritos, somos aceptados por Dios…" (58).

Por fin, el 31 de agosto de 1999, se firmó en Augsburg el acuerdo oficial "sobre la doctrina de la justificación". Existe un consenso sobre las verdades básicas de la fe: "Juntos confesamos que es únicamente por la gracia por medio de la fe en la acción salvadora de Cristo y no sobre la base de nuestros méritos, que somos aceptados por Dios y que recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones, nos capacita y nos llama a realizar obras buenas" (59). Las diferencias que subsisten de lenguaje, elaboración teológica y énfasis, son aceptables. Por tanto las diversas explicaciones luterana y católica de la justificación están abiertas las unas a las otras y no son obstáculo para el consenso mutuo relativo a los postulados fundamentales (60).

ABSTRACT

"Aware of his responsibility as doctor and pastor" Luther finds support on his spiritual experience and on a deep study of the sacred Scripture, so as to "rediscover God's mercy, within the anguish and uncertainty of his times". Such is a reformist discovery, which consists on "discovering God's justice as giving, rather than demanding from and condemning the sinner". The just lives by faith, that is "lives from the mercy God gives us through Christ".

This discovery, liberating for himself finds confirmation on his master's doctrine Saint Augustine. The presence of Augustinian theology on the issue of justification is evident. However, because his adherence to such theory came after his "discovery", he receives more influence from the late Augustinism than from the strict doctrine of the holy Bishop of Hipona There is a clear deviated augustinism in Luther.

In his strruggle against the scholastics, Luther makes use of Augustine. Such confrontation, dominated by subjectivism and uneasiness, makes his position more radical and adapts Augustine's doctrine to his Reformation. So, he exploits Augustine as an anti-scholastic, anti-Aristotelian and even as an anti-Thomist theologian. The Augustinian order kept his theological tradition, and raised the flag of the Augustinian thought before and after the German reformer. Today's hypothesis of the link between Saint Augustine's and his order's thought, and Luther's theology, seems unsustainable.

Such Augustinian Theology also found echo in other "devoted" currents, such as the evangelists and erasmists, in times of the pre-reformation and the Catholic Reformation. Those were times of a devotional and reformist atmosphere in observant convents (such as the Erfrut), which were influenced by the Renana Mystic with a "negative" theology, and inclined to the Modern Devotio with a subjective and experiential spirituality, biblical and Christ-centered, together with certain distance form the hierarchical Church.

In times of the Council of Trent, the Augustinism had a notable weight, especially through those who were more prone to establishing links with the Reformers (such as the catholic theologians and reformists: Pflug, Gropper, the cardinals Pole, Contarini and Cerveni). At the council, the struggle about the justification took Augustine's name. With Seripando's double justice doctrine, they attempted to match both the Lutheran with the Catholic view. Such an attempt was rejected by Luther and the council. The Tridentinian decree about justification keeps the purest Paul's and Augustine's style, and so is considered as "the most accurate interpretation of Augustine's thought".

Finally, Luther plunged passionately on what was to be his faith nucleous. The core of the Christian theology is the justification of the sinner just by the action of God. It is the Father's mercy accomplished on Man, by applying His son's grace. This "fortunate exchange" is bis discovery, his novelty, his only truth.

The true understanding of this work, is framed in ecumenical dialogue between churches. Ecumenism, started early in the XX century, is beginning to bear fruit, after long years of shared silent work, overcoming hurdles. The results in the theological field, set a "reason for hope". They need to be attributed to the whole of the ecumenical movement, but also to the spirit and principles generated from the Council Vatican II (especially the decree Unitatis redintegratio).

On August 31st, 1999, the final agreement about the doctrine of justification was signed in Ausburg, consenting the existence of a common consensus on the basic truths of the faith. The still remaining language differences, theological elaboration and emphasis, are acceptable. Therefore, the various Lutheran and Catholic explanations about the Justification are open to each other and are not an obstacle for the mutual consensus regarding the essential postulates.


(1) SIGLAS: DPAC, Diccionario Patrístico y de la Antigüedad Cristiana (Salamanca 1998);         [ Links ] DTC, Dictionnaire de Théologie catholique;         [ Links ] JD, Joint Declaration ("Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación", 1999);         [ Links ] MHI, Manual de Historia de la Iglesia (dir. H. Jedin);         [ Links ] OSA, Orden de San Agustín; PL, Patrologiae cursus completus, Series latina; WA, Weimarer Ausgabe: Martín Luthers Kritische Gesamtausgabe (Edición de Weimar).         [ Links ]

(2) "Martín Lutero, testigo de Jesucristo" 11, Declaración de la Comisión mixta católico-luterana, en Ecclesia 2136 (1983): 1139-1148. Teólogos católicos de la categoría de un Congar o un Rahner tuvieron muy en cuenta el pensamiento de Lutero. Von Baltasar clamó: "por fin Lutero empieza a influir en el ámbito católico": cf. H. U. von BALTHASAR, Gloria. Una estética teológica, IV, Madrid 1987, p. 290.         [ Links ]

(3) El aporte sobre este tema en una Semana de Patrología, puede justificarse como contribución al estudio del pensamiento de una época -la de la Reforma- marcada por la reacción contra la escolástica y el retorno a planteamientos supuestamente agustinianos.

(4) Tomamos prestada esta expresión del título de la obra de A. Stakemeier: Der Kampf um Augustin und die Augustiner auf dem Tridentinum (Paderborn 1957), que atribuye esta lucha por Agustín a Seripando y a sus colegas durante del Concilio de Trento (cf. Piet FRANSEN: "Desarrollo histórico de la doctrina de la gracia", Mysterium Salutis IV/2, Madrid 1984, pp. 676-677, n. 202).         [ Links ]

(5) Carta de 18.02.1517 (WA, t. XX, p. 776): Cf. Y. M. CONGAR; Martín Luther: sa foi, sa réforme. París 1983, p. 39.         [ Links ]

(6) Fransen opina que el pensamiento agustiniano en esta larga etapa "creará dificultades graves para la Iglesia": Cf. P. FRANSEN, o.c., p. 658.

(7) J. PAQUIER: Martín Luther, en DTC 9, 1146-1335. Síntesis fundamental de la evolución de su doctrina, aquí interesa especialmente el apartado "Luther. Influence de l'augustinisme": 1188-1206.         [ Links ]

(8) "Aunque en Agustín predomina el empeño de síntesis, algunas de sus ambigüedades y unilateralidades polémicas, dieron pie a Lutero para su radical pesimismo ético": J. I. GONZALEZ FAUS: Proyecto hermano. Visión creyente del hombre, Santander 1987, pp. 436-437.         [ Links ]

(9) Quiere liberarse de la Filosofía y de sus razones (y aconseja a sus alumnos que la estudien de paso), para entregarse plenamente al estudio de Cristo "y un Cristo crucificado". Ataca a G. Biel, en su Contra Gabrielem, acusándole de semipelagianismo: cf. CONGAR, o.c., pp. 36-37, n. 56.

(10) La doctrina de la predestinación la propugnaba ya en el Ad Simplicianum (397). Por lo que toca a la interpretación restrictiva de "Dios quiere que todos los hombres se salven…" (1Tm 2,4) es más tardía y se encuentra por vez primera en el Enchiridion (421).

(11) Trapé afirma que Agustín endureció notablemente su postura contra los "semipelagianos". Resulta difícil no reconocer en aquella importancia excesiva que Agustín da al pecado original, restos e influencias de maniqueísmo, junto con una visión negativa del hombre y del mundo (cf. A. TRAPÈ: Agustín de Hipona, en DPAC, pp. 53-61). El duro choque con los Massilienses tiene un factor añadido y cabe interpretarlo también como el contraste entre dos Iglesias: la "vieja" del Africa Proconsular y la "joven" de la Galia meridional, más humana y optimista, con obispos y monjes dinámicos, que vivían aquella coyuntura como "su oportunidad" (cf. GONZÁLEZ FAUS, Ibid., pp. 459-460).

(12) El profesor más influyente en Erfurt era Johann Natin, discípulo de Gabriel Biel en Tubinga. La mayoría de profesores de Erfurt eran gabrielistas, como él les llama (aunque siempre los estimó en el recuerdo, a pesar de contradecirlos). En una carta de últimos de 1516 al prior Johann Lang, le habla de "tui gabrielistae", indicando claramente que ha abandonado el nominalismo de Biel (Cf. CONGAR: o.c., p. 34, n. 55). Sobre Biel, cf. M. SCHRAMA: "Gabriel Biel et son entourage. Via moderna et Devotio moderna", en Nederlands Archief voor Kerkeschiedenis 61 (1981) 554-584.         [ Links ]

(13) Entre los nominalistas no todos se inclinaban al pelagianismo: Fransen constata la dificultad de establecer sus posturas teológicas. Los moderados, siguiendo a san Agustín: Cf. P. FRANSEN, p. 665.

(14) "Ermitaños de San Agustín" era el nombre de su orden, aunque en realidad se trataba de cenobitas. En 1256 se habían agrupado diversos colectivos que seguían la regla del santo, y, posteriormente, fueron aprobados como orden mendicante (O.S.A.). La Epístola 211 constituye la "Regla de san Agustín" (PL 33, 958-965).

(15) T. Egido, profesor de la Universidad de Valladolid, es reconocido como editor y traductor al español de una excelente selección de escritos de Lutero (Lutero. Obras, Sígueme, Salamanca 1977 y 2000).

(16) Cf. Ibid. "Introducción", pp. 17-18.

(17) En Wittenberg, el joven profesor Fray Martín deseaba pasar cuanto antes a los cursos de teología. Pero no para enseñar cualquier teología, sino "aquella que busca el núcleo, la médula; la teología que ayuda a encontrar a Cristo, mi Salvador, guiado por la palabra de la Biblia y los escritos de los Padres y de los autores espirituales" (Taulero, "Theologia Deutsch", Gerson). Ningún principio filosófico es necesario a la teología, ya que Cristo no necesita razonamientos humanos… El alma debe despojarse del prestigio de la ciencia y de la razón, si quiere descubrir a Jesucristo" (cf. Y. M. CONGAR, o.c., pp. 19-21).

(18) Cf. T. EGIDO, o.c., "Introducción", p. 18.

(19) Cf. L. DUCH, "Reformas y ortodoxias protestantes (La cuestión de la justificación)", en E. VILANOVA (dir.): Historia de la teología cristiana, II, Barcelona 1989, pp. 276-287;         [ Links ] J. WICKS, Lutero e il suo patrimonio spirituale, Città Castello 1984, pp. 117-120.         [ Links ]

(20) La ruptura estaba en marcha con su "Comentario a la carta a los Romanos", pero Lutero no era consciente de ello y menos de sus consecuencias. Para él eran diferencias teológicas. Con la polémica pública estalla la cuestión como posibilidad de ruptura.

(21) En esta misma línea sigue en los cursos sobre las cartas a los Gálatas (1516-17) y a los Hebreos (1517-18), aunque estos tratados no tienen la originalidad y el nervio del mencionado Comentario a la Carta a los Romanos. En el comentario a Gálatas aparece frecuentemente el valor de la fe sobre la ley (Ga 2,16), que Lutero interpretó al soplo de sus vivencias, y no según el contexto histórico de las primeras comunidades cristianas en conflicto. Era el comentario preferido por el reformador, sobre el que volvía cada vez. El de la Carta a los Hebreos, era menos apreciado y ni se editó en su tiempo.

(22) Trapè prefiere los calificativos de Agustinismo ortodoxo-desviado e integral-parcial, que el de riguroso-mitigado. En muchos casos se atribuyen a Agustín doctrinas que no son suyas; o lo son como tendencias… (cf. TRAPÈ, Agustinismo, en DPAC, pp. 61-64). El agustinismo "engloba a una serie de discípulos que malentienden o desfiguran al maestro, o se empeñan en ser más agustinianos que Agustín" (GONZALEZ FAUS, o.c., pp.436-437).

(23) Para su discusión con el cardenal Cayetano, en Augsburg (octubre de 1518), Lutero escogió el texto de un sermón del abad de Claraval. Para la sintonía de Lutero con san Bernardo, cf. PAQUIER: 1193-1195.

(24) En los siglos XI-XIII, desde Hugo y Ricardo de San Victor hasta san Bernardo; y, durante los siglos XIII-XV, sobresalen Gregorio de Rímini y Gerard de Zutphen. Gregorio, general de la OSA (+1358), duro antipelagiano, siguiendo a san Agustín, enseña: "sin especial ayuda divina el hombre no puede vencer la tentación de pecar ni hacer obra meritoria alguna; ni siquiera conocer lo que es una vida moral recta" (E. ISERLOH: "La Baja Edad Media. El nominalismo", MHI IV, Barcelona 1973, 566-567).         [ Links ] De Gerard Zerbolt van Zutphen (1367-98), Martín Lutero hace un gran elogio en su "Comentario a la Epístola a los Romanos". Junto con T. de Kempis y J. Mombaer, constituye "las tres figuras egregias de la Devotio neerlandesa". Zutphen "poseía un fino temperamento de escritor; sus obras son la quintaesencia de la enseñanza de Groote y Radewijns, y la enriquecen con afecto ardiente y la sistematizan en la medida de lo posible" (A. HUERGA: "Devotio moderna", en Diccionario de espiritualidad, dir. E. Ancilli, Barcelona 1987, t. I, p. 577).         [ Links ]

(25) En la portada hay un grabado de Cristo aplastado bajo el peso de la cruz. Lutero lo leyó con fruición y escribió anotaciones al margen. También se entusiasmó con el pequeño libro anónimo Teología Deutsch, que él atribuía al mismo Tauler: "un precioso librito espiritual sobre el verdadero conocimiento de Cristo y de Adán, y como Adán debe morir en nosotros y Cristo debe resucitar". Lutero lo reeditó en Wittenberg, en 1516 parcialmente y entero en 1518, con un grabado de la crucifixión de Jesús en la portada. En 1520 -ya en plena Reforma- publicó la tercera edición (cf. L. DUCH, : o.c., p. 247; R. GARCÍA VILLOSLADA, Martín Lutero, I, Madrid 1973, p. 213).         [ Links ]

(26) Lutero siempre alude a Tauler en tono positivo y elogioso: cf. B. MOELLER: La mystique rhénane, París 1963, pp.157-168.         [ Links ] En ocasión del 7º centenario del nacimiento de Tauler, la Facultad de Teología Católica de la Universidad de Estrasburgo ha dedicado un número monográfico de su revista a la mística renana. Cf. especialmente A. M. HAAS: "L'itinéraire de Jean Tauler", en Revue des Sciences Religieuses 4 (2001) 407-409.         [ Links ]

(27) Cf. L. DUCH, o.c., p. 248.

(28) Gerson solo en parte puede considerarse agustiniano. Lutero lo había leído en: "De la consolación de la teología" y "Remedios contra el abatimiento y los escrúpulos". En el primero de estos escritos, el canciller de París afirma que "experimenta terror al pensar en el juicio de Dios y en la predestinación; pero esto que puede conducir a la desesperación, meditado con humildad, lleva a la consolación. Es necesario no poner confianza alguna en sí mismo y en los propios méritos, sino abandonarse en Dios y esperarlo todo de su bondad" (cf. A. COMBES: "Gerson, Juan Charlier de", en Diccionario de Espiritualidad, o.c., pp. 164-168).         [ Links ]

(29) Cf. PAQUIER, "Luther. Influence de l'augustinisme": 1198-1201.         [ Links ]

(30) Seripando fue elegido prior general de la OSA en 1539, en el capítulo de Nápoles, y nombrado cardenal en 1561. Cf. PAQUIER, art. cit.: 1199-1202. Cf. H. JEDIN: Girolamo Seripando. Sein Leben und Denken in Geisteskampf des 16. Jahrhunderts, Würzburg 1937.         [ Links ]

(31) Fiel colaborador del cardenal Marcelo Cervini en Trento, se encontraba en una posición difícil. Seripando era padre conciliar por su cargo de prior general de la OSA; Martín Lutero había pertenecido a esta orden y muchos miembros de ella le habían seguido en su Reforma. El papa y muchos obispos desconfiaban de Seripando, por considerar sus planteamientos teológicos cercanos al luteranismo.

(32) Salmerón y otros teólogos, especialmente los jesuitas, sostenían en el concilio que la teología de la doble justificación era una novedad que provenía de Lutero. Por ello Seripando se vio obligado a buscar partidarios en la tradición agustiniana católica. Citó a Pedro Lombardo y a Tomás de Aquino, pero también a teólogos contemporáneos más proclives al diálogo con los reformados: los cardenales Cayetano y Contarini, los teólogos Pigge, Gropper, Pflug (cf. P. FRANSEN: o.c., p. 676-678; V.M. CAPDEVILA: Liberación y divinización del hombre, II, Salamanca 1994, pp. 238-242).         [ Links ]

(33) J. PAQUIER, "Luter. Influence de l'augustinisme": 1203-1205.         [ Links ] Gil de Viterbo fue general durante todos los años de Lutero como agustino. En el convento de Porta del Popolo, convivió con el joven Seripando.

(34) Ibid., 1205-1206.

(35) Lortz afirma que Lutero rechazó un catolicismo que no era católico, sino interpretado subjetivamente por él y define el hecho como "un gran equívoco" (cf. J. LORTZ: Die Reformation in Deutschland, Freiburg in Brisgau 1939; trad. esp. Historia de la Reforma, Madrid 1963).         [ Links ]

(36) Cf. V.M. CAPDEVILA: o.c., pp.111-113 y 485. El II de Orange es un concilio provincial, presidido por el metropolitano Cesáreo de Arlés y aprobado por Bonifacio II, pero no tiene carácter definitorio. Sus enseñanzas, fundamentales para la doctrina del pecado y de la justificación, fueron reiteradas en Trento.

(37) Cf. DUCH:"La justificación: ensayo de recapitulación", pp. 283-287 (p. 285, n.190).         [ Links ]

(38) Cf. Ibid., p. 284; V. GROSSI-B. SESBOÜÉ: "La lectura luterana de la justificación", en Historia de los dogmas, II: El hombre y su salvación, Salamanca 1996, pp. 248-249.         [ Links ]

(39) Cf. PAQUIER: Luter. Influence de l'augustinisme, 1199-1203. En 1546, Seripando, con otros tres agustinos, un servita y un secular, constituían en el concilio la comisión de teólogos sobre esta cuestión.

(40) Los teólogos católicos del grupo dialogante con los reformadores pertenecían a la corriente que H. Jedin denomina "evangelismo", excepto Eck. Pero incluso este, en Ratisbona, aceptó la teoría de la doble justificación. Cf. CAPDEVILA, II, pp. 140-142 (ver supra n. 32); H. TÜCHLE: "Reforma y Contrarreforma", en Nueva Historia de la Iglesia III, Madrid 1987, pp. 156-158.         [ Links ] Sobre los coloquios de religión, cf. E. ISERLOH: "Reforma, reforma católica y contrarreforma", MHI V, Barcelona 1972, pp. 391-397.         [ Links ]

(41) Cf. CAPDEVILA, II: p. 238, n. 124. (Este texto de Gropper fue citado por Seripando en Trento).

(42) Ibid., pp. 238-239.

(43) En 1536, Melanchthon consulta a Lutero: cf. PAQUIER: Ibid., 1227.

(44) Cf. H.JEDIN: Historia del concilio de Trento, II, Pamplona 1972, pp. 321-325;         [ Links ] CAPDEVILA: o.c., p. 238.

(45) Lutero vivía aún en los incicios del Concilio de Trento. Murió en 1546, al final del primer período. El cardenal R. Pole exhortó a los padres conciliares -precisamente ante el debate sobre la justificación- a que leyeran sin prevenciones los escritos luteranos. Lo hizo utilizando los mismos términos de Gropper. Pero el grupo católico abierto y a veces contemporizador de teólogos y cardenales (Contarini, Pole) tuvo que ceder en su intento y predominaron los más inflexibles (Cf. JEDIN, II, p. 198; CAPDDEVILA, II, p. 141-142).

(46) Cf. TÜCHLE, o.c., p. 177. El decreto del tridentino sobre la justificación, pasa por ser "la pieza más lograda del Concilio": GONZALEZ FAUS: Proyecto hermano, o.c., pp. 503-504.

(47) Sobre el último gran discurso de Seripando "en defensa de su piedad, de la confianza en la misericordia de Dios por causa de Cristo", cf. JEDIN, II, pp. 325-326.

(48) El juicio emitido por G. Faus sobre Seripando, cuando afirma que él y otros agustinos "no distaban mucho de las conclusiones de Lutero y, sin embargo, no fueron condenados", no me parece del todo exacto y parece sacado de sus contradictores (cf. GONZALEZ FAUS: o.c., p. 503). Por lo menos en su actuación, cuando era prior general de los agustinos, Seripando se dedicó con ahínco a purificar la Orden de cualquier tipo de infiltración luterana. Escribió a todos los conventos: "Si alguno de nosotros, de cerca o de lejos, está contaminado por la depravación luterana, cosa que Dios no permita, que se vaya y sea expulsado; y con él, los libros de esta herejía, si se le encuentran. Si se sabe o se sospecha que alguno está infectado de este veneno, que se guarde de reprocharle nada o de insultarlo, pero que nos advierta inmediatamente" (Carta fechada el 12 julio 1539 y puesta al final de las Constituciones de la OSA).

(49) A pesar de conocer bien a san Agustín y de apoyarse en él, lo tergiversa y desvía. Así substituye concupiscencia por pecado. Agustín dijo: "La concupiscencia de la carne nos es redimida en el bautismo, no en el sentido de que ella ya no exista, sino en que ya no se nos imputa como pecado". Lutero cambia: "San Agustín dice: el pecado nos es redimido en el Bautismo, no en el sentido que ya no exista, sino que ya no nos es imputado". En la escuela teológica agustiniana se utilizaba con frecuencia indistintamente concupiscencia-pecado. Denifle, siempre buen conocedor de su pensamiento, aunque hostil a Lutero, ve en este cambio una falsificación consciente y buscada (cf. H. DENIFLE: Luther und Luthertum, Mainz 1903-06).         [ Links ]

(50) Capdevila opina que también "se aparta de la tradición agustiniana medieval" y considera a Lutero un teólogo ciertamente agustiniano, aunque desviado, y argumenta que es a causa de que en él perdura más la resaca nominalista que el influjo doctrinal de Agustín (Cf. V.M. CAPDEVILA, II: pp.126-127, n. 34).

(51) Y.M. CONGAR: o.c., p. 41, n. 73.

(52) "El anti-Tomás, Escoto, Gabriel [Biel] y todo el equipo de sentenciarios" (Cf. WA, t. XX, p. 776, 22).

(53) En 1532 Lutero explica por qué se separa de Agustín, aunque no quiere hacerlo a plena luz, ya que lo ha utilizado tanto a favor de sus tesis: "Desde el momento en que logré la comprensión de Pablo, me ha sido imposible hacer caso de ningún otro doctor. Se han tornado en muy poca cosa para mí. Al principio leía a Agustín, o mejor lo devoraba. Pero en cuanto se me abrieron las puertas del apóstol Pablo, aprendí a comprender la justificación por la fe, y prescindí de él". (Charlas de sobremesa: WA 347; cf. Lutero. Obras, ed. T. Egido, p. 445).

(54) CAPDEVILA, II: p. 131.

(55) Cf. Martín Lutero, testigo de Jesucristo, Nº 8, Declaración de la Comisión mixta católico-luterana ("Ecclesia", 1983, 991-995).         [ Links ]

(56) Cf. V. GROSSI - B. SESBOÜÉ: o.c., p. 168.

(57) Aceptó solo algunas últimas enmiendas de Seripando, pero conservó el estilo bíblico-patrístico, paulino y agustiniano que agradaba a ese redactor: cf. Ibid., p. 252; A. TRAPÈ: "Agustinismo", en DPAC, p. 63.

(58) Declaración de la comisión mixta católico-luterana, 1980.

(59) JD, Augsburg 1999, n. 15.

(60) Ibid., n. 40. Esta declaración supone 40 años de diálogo llevado a cabo con seriedad y valentía. Como consecuencia de esta declaración firmada por la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial, las recíprocas condenas anteriores no se aplican a las doctrinas Católica y luterana tal como son presentadas en este texto. Las diferencias que subsisten de lenguaje, elaboración teológica y énfasis, son aceptables. Así, la explicación católica y la luterana de la justificación están abiertas una a la otra y no son obstáculo para el consenso mutuo en lo fundamental ("Declaración conjunta", 40). Cf. W. KASPER: "Un motivo de esperanza. Comentario a la Declaración conjunta católico-luterana sobre la doctrina de la justificación", en L'Osservatore Romano, n.5 (4 febrero 2000) 10-11.         [ Links ]