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Ciencia y enfermería - ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE COMUNICACIÓN, GÉNERO Y PREVENCIÓN DEL EMBARAZO ADOLESCENTE

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Ciencia y enfermería

versión On-line ISSN 0717-9553

Cienc. enferm. vol.17 no.1 Concepción  2011

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-95532011000100003 

CIENCIA Y ENFERMERÍA XVII (1): 19-25, 2011

 

ARTÍCULOS

 

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE COMUNICACIÓN, GÉNERO Y PREVENCIÓN DEL EMBARAZO ADOLESCENTE

SOME CONSIDERATIONS ON COMMUNICATION, GENDER AND TEEN PREGNANCY PREVENTION

 

Olga Gloria Barbón Pérez
Licenciada en Enfermería, Máster en Atención Integral al Niño. Profesora asistente Facultad de Ciencias Médicas "Dr. Miguel Enríquez" Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, Cuba. Email:delfinbarbon@infomed.sld.cu


RESUMEN

Los principales riesgos que se derivan del embarazo adolescente afectan al sexo femenino, creando desigualdades entre las y los adolescentes involucrados en un embarazo a esta temprana edad, evidenciando la necesidad de que la comunicación intervenga como mediadora desde la perspectiva del proceso de construcción social que diferencia a los hombres y las mujeres y dicta sus relaciones con el poder y los recursos. El presente artículo manifiesta la posición de la autora en cuanto a la tríada comunicación-género y prevención del embarazo adolescente. Se hace imprescindible el uso consciente de la comunicación educativa en la enseñanza y el aprendizaje de la igualdad de deberes y derechos de la mujer y el hombre desde las edades más tempranas como parte de su educación para la sexualidad que ha de tener un efecto preventivo en la aparición de embarazos adolescentes.

Palabras clave: Comunicación, identidad de género, embarazo en adolescencia, prevención.


ABSTRACT

The main risks resulting from teen pregnancy mostly affect the female teenager, creating inequalities between the couples involved in a pregnancy at this early age, demonstrating the need to intervene as a communication mediator from the perspective of a social construct that differentiates men and women and dictates their links to power and resources. This article expresses the author’s position in terms of the - gender, communication and adolescent pregnancy prevention, triad. It is indispensable the conscious use of educational communication in teaching and learning equal rights and duties in women and men from an early age as part of sex education that has to have a preventive effect on the occurrence of teenage pregnancies.

Key words: Communication, identity gender, pregnancy in adolecence, prevention.


 

INTRODUCCIÓN

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la adolescencia como la segunda década de la vida, es decir, desde los 10 a los 19 años. Se estima que para el año 2025 esta cifra llegará a los 2000 millones (1).

Existen estudios que reflejan un incremento anual de un 10% de adolescentes que comienzan sus relaciones sexuales a partir de los 12 años (2). A este fenómeno que caracteriza los últimos tiempos se le ha dado en llamar revolución sexual, determinada por la cada vez más temprana iniciación de las relaciones sexuales, debido entre otros factores a cambios en la actitud social hacia la sexualidad y a una maduración sexual más temprana (3). En la adolescencia la definición sexual y de género son dos procesos claves. El interés sexual se incrementa en la medida que se acelera el desarrollo hormonal y al mismo tiempo se enfrentan opuestas presiones de la familia, los pares y la sociedad en general, en cuanto a aceptar ciertas normas de acuerdo a su rol estereotipado de género (1).

La concepción que el sujeto tiene acerca de sí mismo como ser sexuado, las valoraciones sobre el otro sexo y sus relaciones, las actitudes ante las diferencias de características de varones y mujeres, la asignación de roles en función del sexo , el comportamiento "ideal" para ser percibidos como mujeres y varones, se van formando desde tempranas edades, donde la comunicación juega un papel primordial, gracias a ella se produce la transmisión de la experiencia histórico-social de la humanidad matizada por las vivencias particulares de cada familia o del contexto inmediato. El individuo no sólo existe como ser social único, sino que además debe asumir su rol masculino o femenino identificándose con los de su propio sexo y diferenciándose del otro (4, 5). Con el objetivo de reflexionar y estimular el debate en cuanto a la relación que se establece entre la comunicación, el género y la prevención del embarazo adolescente iniciamos el presente artículo.

EL ROL DE LA COMUNICACIÓN EN LA RELACIÓN GÉNERO-EMBARAZO ADOLESCENTE

Al embarazo durante la adolescencia se le define como el que ocurre dentro de los dos años de edad ginecológica, entendiéndose por tal al período transcurrido desde la menarquia, y/o cuando la adolescente es aún dependiente de su núcleo familiar de origen, es considerado por la OMS como un embarazo de riesgo, debido a las repercusiones que tiene sobre la salud de la madre y el producto, además de las secuelas psicosociales, particularmente sobre el proyecto de vida de la madre. De ahí la importancia de un acercamiento con base en la comunicación desde la mirada del género a esta problemática.

Entre los riesgos más comúnmente señalados destacan las hemorragias, el trabajo de parto prolongado, las complicaciones a largo plazo, hijos con elevado riesgo de prematuridad, lesiones durante el parto, muertes perinatales y bajo peso al nacer (6). Desafortunadamente las consecuencias perjudiciales no se limitan al punto de vista biológico, a éstas se añaden otras en el plano social tales como la deserción escolar, la incorporación temprana a la vida laboral, desajuste en la integración psicosocial, la escasa preparación para desarrollar una relación satisfactoria con los hijos, entre otros.

Numerosos estudios constatan además que las mujeres que tienen su primer hijo durante la adolescencia tienen una mayor probabilidad, entre otras cosas, de: tener más hijos en su vida reproductiva, no recibir el apoyo del padre biológico de sus hijos, interrumpir sus estudios, no alcanzar una independencia y estabilidad financiera, tener hijas que se embaracen durante la adolescencia (7). No olvidemos que cada una de estas secuelas individuales provocadas por el embarazo adolescente se traduce en cambios demográficos y costos sociales, impidiendo el potencial desarrollo de muchas familias al ocurrir en una etapa de la vida que acorde a las exigencias actuales de la sociedad del conocimiento debería estar dedicada al estudio y la preparación para la vida. Constituyendo, debido a ello, el embarazo en la adolescencia un fenómeno social de elevadas proporciones, sobre todo si valoramos que es perfectamente prevenible, siempre y cuando se pongan en juego estrategias de comunicación que lleguen al adolescente y permitan romper barreras, actitudes y creencias nocivas. Esta comunicación de tipo educativo ha sido definida por Landivar (8) como "el área de conocimiento teórico-instrumental cuyo objeto de estudio son los procesos de interacción propios de toda relación humana, en donde se transmiten y recrean significados" y añade que los procesos de interacción pueden ser formales, no formales y que tienen por finalidad educativa el propósito explícito o no de una persona o grupo por alcanzar o promover una conducta, actitud conforme a ciertos valores, a partir de lo cual se decidió la acción en el marco de la realidad en que se inscribe.

El tema del género no sólo se hace evidente en torno a los riesgos de un embarazo adolescente (9-13) sino que está presente además en las raíces que le dan origen, teniendo en cuenta que los comportamientos entre adolescentes están pautados al igual que otras muchas relaciones humanas por relaciones de poder asimétricas y caracterizados por roles estereotipados que inhiben la autonomía de las y los adolescentes para tomar decisiones en la vida sexual. Ejemplo de ello son estudios como los conducidos por Zamberlin (14) y Berrizbeitia y Cunningham, citados por Ascuy (15) que sugieren que las creencias expuestas por los jóvenes para no usar condón reflejan una fuerte influencia de los estereotipos de género.

Resalta la importancia de la comunicación como vehículo transmisor de los roles de género, los cuales se desarrollan en la vida cotidiana relacionados íntimamente con la división sexual del trabajo. Se han descrito tres tipos de roles: reproductivo (se refiere a la reproducción biológica y a todas las actividades necesarias para garantizar el bienestar y la supervivencia de los individuos que componen la familia, tales como, la crianza, la educación, la alimentación, la atención y el cuidado de sus integrantes, así como la organización y mantenimiento del hogar), productivo (se refiere a las actividades que producen ingresos personales y para el hogar que pueden ser en dinero o en especies), y de gestión comunitaria (se refiere a todas las actividades que se realizan para aportar al desarrollo de la comunidad. Toma las formas de participación comunitaria en la promoción y manejo de actividades sociales) (16). De ahí que también sea la comunicación la encargada de difundir aquellos que la autora ha dado en llamar perfiles positivos de roles de género, o sea paradigmas de roles de tipo reproductivo, productivo y de gestión comunitaria para ambos sexos que favorezcan la equidad y la armonía como base de las relaciones intergenéricas.

¿Qué comunican las representaciones sociales de los géneros? Las representaciones sociales acerca de lo femenino y lo masculino se articulan desde temprana edad, condicionando las prácticas sexuales y reproductivas, por tanto las construcciones de género incrementan la vulnerabilidad de los y las adolescentes, las cuales carecen de herramientas para entrar en contradicción con las normas aprendidas, y dan inicio a las relaciones sexo-eróticas con el sexo opuesto, "sabiendo que para realizarse como mujer en la vida hay que ser madre", se enfrentan así desprovistas de poder y conocimientos a una relación sexual desprotegida, en la cual, según los roles de género prefjados, ellas son el sexo "débil" e "inexperto" que ha de ser "guiado" por el fuerte y "experimentado conocedor" masculino, se aniquilan así las expectativas de negociación del uso de la protección, incluso ante el temor de desencadenar una reacción de la pareja, y prosiguen ellas con la secular actuación femenina siempre en función de un "otro masculino", que no desea protegerse de los múltiples riesgos a los que se expone, pero que sí realiza ilimitados esfuerzos por proteger su "masculinidad", que se convierte por sí sola en un factor de riesgo cuando el adolescente varón se limita a ocultar su vulnerabilidad, desconocimiento e inseguridad, sobre todo en el área sexual. Debido a la repercusión que tiene, para la imagen de virilidad, ser competentes en este espacio, existen versiones estereotipadas de la masculinidad que defienden ideas tan absurdas como: "el hombre está siempre dispuesto a correr riesgos", o "para ser hombre hay que ser padre" o "el varón no debe desaprovechar oportunidades de contacto sexual", "el varón prefiere lo natural", entre otras.

Lo anterior queda perfectamente resumido en el decir de Henriques-Mueller y Yunes "la imagen de género es la base del camino en el cual los adolescentes comienzan a adquirir su identidad como hombres y mujeres porque los conduce a interiorizar patrones de comportamiento esperados, los cuales determinan las expectativas existentes para hombres y mujeres" (17).

El papel de mediador que juega la comunicación en el aprendizaje de los contenidos sociales que modelan los perfiles de género se puede apreciar considerablemente en la esencia de la comunicación recogida por algunos autores: Ortiz (18) establece que se trata de un "… proceso de intercambio de informaciones que contienen los resultados del reflejo de la realidad en las personas, parte inseparable de su ser social y medio de formación y funcionamiento individual y social".

Otros autores plantean que "el proceso de comunicación es una vía esencial del desarrollo de la personalidad" (19, 20). A ello agregamos que un proceso realmente educativo tiene lugar solamente cuando las relaciones humanas que se producen no entienden la comunicación como una mera transmisión de información, sino como intercambio, interacción y forma de influencia mutua, si se quiere propiciar el desarrollo de la personalidad.

La práctica educativa en el ámbito adolescente, la sistematización de posiciones teóricas sobre el tema y el análisis de los anteriores criterios nos conduce a afirmar que la educación sexual no es responsabilidad exclusiva de uno o varios factores sociales, sino de toda la sociedad, incluyendo la familia, las instituciones educacionales, las organizaciones políticas y de masas, los medios de difusión masiva y otros. Por ello cualquier intento de perfeccionamiento en la misma requiere de estrategias intersectoriales. Para incrementar la calidad de la educación sexual no es suficiente con otras miradas a su enfoque, han de tenerse en cuenta además los contenidos, pues la misma abarca mucho más que elementos de reproducción humana, anatomía y fisiología de los órganos genitales del hombre y la mujer; es la educación basada en la desaparición de la explotación de un ser humano por otro; en el principio de igualdad de oportunidades a unas y otros; y en el respeto pleno entre las personas. Con esto en mente la autora define la educación sexual con enfoque de género como "un proceso de orientación y formación de roles de género cuya interiorización, sin afectar la identidad del individuo, favorece la equidad como base de la relación entre personas de diferente sexo con toma de decisiones compartidas en la construcción de su propio desarrollo personal y de un desarrollo social sostenible".

Las expectativas social y culturalmente construidas que las adolescentes poseen de lo que significa ser una mujer en determinado contexto, dígase "con insuficiente conocimiento sobre relaciones sexuales", "pasiva", económicamente dependiente, "incapaz de tomar decisiones responsables en presencia de su pareja" o "bajo riesgo de sufrir violencia en caso de mostrar desobediencia", puede conducirlas a no ser capaces de practicar y exigir relaciones sexuales más seguras con el fin de evitar un embarazo. En contraste, las expectativas de lo que significa ser hombres para los adolescentes, incluyendo "vasto conocimiento sobre las relaciones sexuales", "que aparenta seguridad en sí mismo", "quien lleva las riendas de una relación de pareja" (21) y "toma las decisiones importantes", quien tiene el poder de demandar el sexo como "prueba de amor" y el no uso de protección como "prueba de confianza", entre otras pueden influir en su negativa a admitir la ignorancia sobre los temas relacionados con la sexualidad, aumentando su vulnerabilidad y disminuyendo su percepción de riesgo sexual o reproductivo.

Es justo reconocer que aunque la estructura y dinámica familiar que satisface las funciones de la familia (22), ocupa un lugar cimero entre los factores protectores de la salud integral del adolescente, aún falta mucho por recorrer en términos de sensibilización familiar en temas relativos a la educación sexual como el género. En concordancia con esto, la autora señala como principal obstáculo para la satisfacción de las necesidades de educación sexual de este grupo el invisibilizado papel que dentro de la etiología familiar y sociocultural del embarazo adolescente juegan el género, los roles de género y los estereotipos de género. Es conveniente recalcar que la insuficiente educación sexual no sólo afecta a chicas y chicos adolescentes acrecentando su vulnerabilidad al desproveerlos de conocimientos sobre anatomía, higiene sexual, la respuesta sexual masculina y femenina, entre otros, sino que también los pone a riesgo de un embarazo no planificado y de una vivencia culpabilizada de la sexualidad cuando no intenta remover las bases de rígidos valores de la moral burguesa que aún persisten en la sociedad y dañinos estereotipos que responden a modelos sexistas (23), como se constata en los resultados de investigaciones que se presentan a continuación.

En investigación realizada por el MINED (Ministerio de Educación de Cuba) y el ISPEJV (Instituto Superior Pedagógico "Enrique José Varona"), con adolescentes de las provincias occidentales de Cuba, se comprobó que muchos exhiben ideas prejuiciadas acerca de la sexualidad y las relaciones entre ambos sexos:

•   Es vergonzoso hablar sobre cuestiones sexuales con otras personas: 45.2%

•   Es inmoral que una muchacha soltera salga embarazada: 63.7%

•   El hombre puede tener libertades sexuales que no son permitidas a la mujer: 65.0%

Ante estos resultados, no cabe más que reconocer que aún se presentan dificultades en materia de sexualidad y género en los adolescentes (23). Estas dificultades se cree podrán superarse con acciones educativas innovadoras que modifiquen los comportamientos de riesgo reproductivo en la adolescencia, incluyendo la incorporación explícita de temas de género en los contenidos de la educación sexual, ello puede lograrse a través de las múltiples fuentes que el adolescente posee y un adecuado empleo del enfoque de género en la educación sexual para la prevención del embarazo adolescente; este tipo de educación sexual, más plena e integradora, no puede ser planificada, ni implementada de igual manera cuando se dirige a una población adolescente femenina o masculina.

A través de una adecuada educación sexual los adolescentes podrán desarrollar el conocimiento, las habilidades y la autoconfianza necesarios para tomar decisiones relacionadas con su sexualidad, que abarquen desde el retardo de la iniciación sexual hasta el respeto a la libre determinación de las adolescentes por parte de sus parejas y la responsabilidad conjunta en cuanto a la salud sexual y reproductiva. Por tanto, la inclusión del enfoque de género responde a una problemática de interés social como lo es el tema del género en la sociedad actual y por otra parte está incluido en las políticas educativas propuestas por el Ministerio de Educación ya que se inserta en el proceso de perfeccionamiento de la educación en valores que permitan la liberación de una educación sexista y el tránsito hacia una educación que tenga como principio educativo la igualdad en los valores humanos, independientemente del sexo biológico. Arteaga (24) y Moreno (25) señalan la necesidad de que los sistemas educativos estén a la altura de las exigencias sociales para lo cual debe introducirse el tema de género en el currículo educativo.

En estrecha relación con la educación sexual está la planificación familiar, que favorece el ejercicio libre y responsable de las parejas para elegir el número y espaciamiento de sus hijos, obtener la información y el medio necesario para hacerlo, así como una gama de métodos seguros y eficaces (26). Nos apartamos de la visión de Meachan cuando apunta que la anticoncepción es poco accesible para la población adolescente a causa de tabúes sociales que la obstaculizan, barreras económicas y falta de servicios confidenciales (1), cuyos resultados se oponen a los de algunos estudios realizados en Cuba1 (27-29) que reflejan que algunos adolescentes, a pesar de tener conocimientos de los métodos anticonceptivos, no los emplean con consistencia, y su desuso es muestra de poca o inadecuada educación sexual.

CONSIDERACIONES FINALES

Con vistas al desarrollo de la equidad en la sociedad del futuro es imprescindible el uso consciente de la comunicación educativa en la enseñanza y el aprendizaje de la igualdad de deberes y derechos de la mujer y el hombre desde las edades más tempranas como parte de su educación para la sexualidad que ha de tener un efecto preventivo en la aparición de embarazos adolescentes.

NOTAS

1 Rodríguez Báez L. Aspectos de la sexualidad de un grupo de adolescentes atendidos en la APS: Trabajo de terminación de la residencia para optar por el título de Especialista de Primer Grado en Medicina General Integral. 2003.

 

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Fecha recepción: 03/06/2010 Fecha aceptación: 12/01/2011