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Investigación bibliotecológica - El museólogo como profesional de la información en Santa Catarina, Brasil

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Investigación bibliotecológica

versión impresa ISSN 0187-358X

Investig. bibl v.23 n.47 México ene./abr. 2009

 

Artículos

 

El museólogo como profesional de la información en Santa Catarina, Brasil*

 

The museologist as an information professional in Santa Catarina, Brazil

 

Hermes José Graipel Junior** y Miriam Vieira da Cunha***

 

** Museo Universitario de la Universidad Federal de Santa Catarina, Florianópolis, Brasil. hermesgraipel@yahoo.com.br

*** Ciencias de la Información de la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil. vieiradacunha.miriam@gmail.com

 

Artículo recibido: 4 de septiembre de 2008.
Artículo aceptado: 6 de mayo de 2009.

 

RESUMEN

Este estudio se propuso identificar el perfil del profesional actuante en museos del estado de Santa Catarina, Brasil. La investigación realizada es cuantitativa y cualitativa. Utilizó la técnica de análisis de contenido de Bardin (2004). El instrumento de recopilación de datos fue el cuestionario. Fue hecho un levantamiento del perfil del profesional, del museo al cual está vinculado, su formación académica, las actividades consideradas más importantes, y su necesidad de educación continua. El museólogo es un profesional predominantemente del sexo femenino, con más de cuarenta años, con más de diez años en la profesión, que trabaja en su mayoría en instituciones públicas, vinculadas a las municipalidades o a las instituciones de enseñanza superior. Desarrolla actividades tradicionales, pero tiene conocimiento de las transformaciones ocurridas en las últimas décadas y trata de actualizarse a través de cursos de corta duración. La formación de estos profesionales es principalmente en Ciencias Humanas.

Palabras clave: Profesional de la información. Museólogo. Perfil profesional. Provincia de Santa Catarina. Brasil

 

ABSTRACT

The objective of this quantitative study is to identify the profile of the professional curators that work in the state of Santa Catarina's museums, in Brazil. Bardin's (2004) technique of content analysis was utilized throughout the study. Data collection was done by means of a questionnaire. A survey was made of the professional's profile, including the museum institute where the attendant is employed, their formal education, activities that they considered most important and the necessity of continuing education. This is a profession that is composed of predominantly females over the age of forty, with more than ten years working in the profession, the majority working in public institutions associated with city governments or institutions of higher education. Survey subjects typically develop traditional activities but have knowledge of transformations that have occurred in the recent decades and seek to bring themselves up to date through short duration courses. These professionals have principally studied Human Sciences during their university studies.

Keywords: Information Professional. Curator. Professional Profile. Santa Catarina. Brazil.

 

INTRODUCCIÓN

En el imaginario colectivo, la institución del museo posee una connotación referida a un lugar donde se guardan objetos antiguos. De esta forma, el museo se caracteriza como un depositario de "antigüedades", o más aún, de objetos que poseen un valor monetario —cuadros, esculturas, dibujos, entre otros— negociables a través de compras y subastas. Muchas veces los museos se relacionan con objetos que pertenecieron a personas públicas de "relevante notoriedad", adquiriendo una importancia que está más allá del objeto, directamente vinculada a los efectos de esta persona. El museo también es visto como el lugar de lo "exótico", de lo raro, de lo inaudito.

El campo de actuación del museo es el respeto a la memoria. El objeto en el museo es tratado como soporte informativo, como medio para la construcción de un proceso cognitivo.

El museo es un espacio de interrelaciones entre el hombre, el objeto y la memoria. La memoria debe ser comprendida como una relación del presente, en el presente. Es necesario entonces evocar el papel del profesional que actúa en museos como profesional de información. Así, la memoria no está depositada en el objeto —museificado o no—, sino en la relación que con él podemos mantener. Coelho (1997, p. 250) alerta sobre esta cuestión:

En el límite, no existe un tiempo actual que no se relacione (o se integre) con un tiempo pasado, y viceversa. Esto significa, en otras palabras, que la memoria participa de la naturaleza del imaginario como un conjunto de las imágenes no gratuitas y de las relaciones de imágenes que constituyen el capital inconsciente y pensado del ser humano.

En el proceso de evolución de los museos es necesario destacar algunos acontecimientos importantes como la creación del Museo Ashmolean, de Oxford, en 1683, el Louvre y el Museo de Historia Natural (Jardin des Plantes du Roi), durante la Revolución Francesa, y la creación del Consejo Internacional de Museos (ICOM) de la Unesco, después de la Segunda Guerra Mundial.

El objetivo en el museo es un documento, pues a partir de él se produce conocimiento; en esta perspectiva el museo es entendido como unidad de información.1 En este sentido, el profesional que actúa en museos hace la intermediación entre las fuentes y los usuarios. Además de eso, el papel de ese profesional debería ser repensado, pues su actuación no debe restringirse al cuidado del objeto, pues también trasciende a su tratamiento como soporte informativo.

Diversos autores afirman que la museología está estructurándose como área de conocimiento, porque trata de comprender, teorizar y sistematizar la especificidad de la relación entre el hombre (elemento de una sociedad) y el objeto (parte de una colección y fragmento del patrimonio) en un escenario (institución conocida históricamente). Se enseña (en las universidades) y se aplica (en los museos) a partir de las variables recolección, documentación, conservación, exhibición y educación (Bruno, 1997).

En general, el museólogo es aquel que cuida del acervo, de su acondicionamiento, catalogación y exposición. Chagas (1996) afirma que esa es la visión tradicional del profesional que actúa en museos. Además de esas atribuciones, este profesional debe estar preocupado por la recopilación de la información y su difusión.

En este sentido esta investigación pretendió responder a la siguiente cuestión: ¿Cuál es el perfil del profesional actuante en los museos del estado de Santa Catarina? Sus objetivos específicos fueron: conocer la formación del profesional actuante en museos en el estado de Santa Catarina y describir las actividades desarrolladas por este profesional.

 

TRABAJO Y PROFESIÓN

El término trabajo tiene su origen en la palabra del latín vulgar tripaliare (Ferreira, 2004, p. 1970) como sinónimo de un instrumento utilizado para tortura. El término labor también remite a esfuerzo, sufrimiento, dolor y fatiga (Bussarello, 1998, p. 131). En ambos casos, se percibe la acción humana a fin de alcanzar un objetivo con esfuerzo: sea con el tripaliare, instrumento utilizado para separar el cereal de su cáscara o con labor, que exige esfuerzo físico para realizar una actividad.

La organización de la vida en la ciudad, según Le Goff (2003), en los siglos XI y XII en Europa, exigía una división del trabajo para atender a las más variadas demandas. Tenemos, entonces, el surgimiento de ocupaciones como zapatero, tejedor, herrero, comerciante y ebanista, entre otras, organizadas en gremios que dan condiciones para el ejercicio de sus actividades. Según Le Goff (Ibíd., p. 29), con el crecimiento de las ciudades en Europa medieval el fenómeno de la división del trabajo permite el surgimiento del intelectual:

Fue con el desarrollo urbano ligado a las funciones comercial e industrial —digamos modestamente artesanales— que surgió como uno de esos hombres de oficio que se instalaban en las ciudades en las cuales se impuso una división del trabajo.

Ese nuevo operario del saber tiene como función profesar el conocimiento: no sólo el saber teológico sino comprender el mundo que lo circunda a partir de la observación empírica volcada al conocimiento clásico.

El surgimiento de la ciudad que posibilitó la división del trabajo y el surgimiento del intelectual trae consigo un nuevo hacer: el del conocimiento. Como afirma Le Goff (Ibtd., pp. 9–10): "la separación entre escuelas monásticas, reservadas a los futuros monjes, y la escuela urbana, en principio abierta a todos, sin exclusión de los estudiantes que permanecerán legos, es fundamental". Con eso surge una nueva forma de trabajo, un trabajador que enseñará a otros, ya no relacionado al saber eclesiástico.

Este nuevo trabajador, o como lo denomina Le Goff, el "nuevo intelectual", se destaca porque se presenta como elemento de una nueva clase, o sea, es el embrión de una profesión.

El término profesión deriva del latín professio y tiene el sentido de declarar públicamente, o más aún, profesar algo de lo cual se tenga conocimiento (Bussarello, op. cit., p. 182). Esta palabra está asociada a la capacidad de ejecutar con conocimientos un servicio, una tarea, un trabajo, en fin, una actividad que exija un saber específico.

La idea de trabajo profesional es originaria, según Freidson (1998, p. 51), de la Edad Media:

como todos nosotros sabemos, las universidades medievales de Europa hicieron proliferar las tres primeras profesiones liberales: la medicina, la abogacía y el clero (del cual formaba parte el cuerpo docente universitario).

Le Goff y Freidson afirman que el profesional es aquel que posee un conocimiento que lo diferencia de los demás trabajadores. Su aprendizaje especializado tiene su origen en una formación escolar de nivel superior.

La idea de profesión está asociada a toda actividad económica. Independientemente de poseer o no una formación superior, el término profesional en el sentido común se refiere a todo individuo que posee una actividad rentable. Con la Revolución Industrial, y consecuentemente con la consolidación del capitalismo, la emergencia del capital trae la necesidad de calificar el trabajo. Visto como generador de riquezas, debe atender a la demanda creada por el capital en sus varias formas de actuación. Según Freidson, las profesiones son:

[...] un amplio estrato de ocupaciones prestigiosas, pero muy variadas, cuyos miembros tuvieron todos algún tipo de educación superior y son identificados más por su condición de educación que por sus habilidades ocupacionales específicas.

Podemos percibir que Freidson apunta las siguientes características de las profesiones: un campo de conocimiento especializado y abstracto adquirido a través de educación superior; autonomía en el ejercicio de las actividades; capacidad de autorreglamentación y autoridad sobre las tareas ejecutadas con relación al público.

 

MUSEOS Y BIBLIOTECAS: UN POCO DE HISTORIA

Nacido para la contemplación de los dioses y como local de fuga de lo cotidiano, el museo pasó, a lo largo de la historia, por cambios radicales. Suano (1986) relata que en el siglo II a. C. la institución del museo era responsable del saber enciclopédico.

En Alejandría, museo y biblioteca se confunden en la misma función: difundir la información. Uno complementaba al otro; libros y objetos dividían el mismo espacio.

Con el fin del Imperio Romano y la ascensión del cristianismo estos espacios fueron separados: el museo pasó a ser el lugar del objeto; la biblioteca, el lugar del libro.

La comprensión de las dos instituciones, museo y biblioteca, tendrá en el periodo medieval una nueva interpretación. Dos momentos son cruciales para la nueva idea de biblioteca.

El primero fue el surgimiento de las universidades. Otro hecho determinante para que el libro se torne popular fue la invención de la tipografía, que posibilitó el aumento del número de ejemplares con la edición en gran escala. Según Gontijo (2004, p. 167),

[...] cuando fue posible mecanizar esos procesos a través de la prensa y producir en serie, el libro se tornó portátil y el saber extrapoló los límites de los monasterios, feudos y naciones. En este sentido, el aumento de la demanda provocada por las universidades y la difusión de la información a través del libro impreso acabó con el monopolio de la Iglesia como guardián del conocimiento.

Caldeira (1998, p. 398) afirma que

[...] en la segunda mitad del siglo XV [...] el término museo empieza a ser usado para designar una colección de objetos considerados bellos y valorados comercialmente.

Es importante observar que museos, galerías y gabinetes abrigaban objetos que poseían un valor y que denotaban la importancia y la riqueza de su propietario. Para Suano (op. cit., p. 22) la transformación del museo acontece en el periodo de la Contrarreforma:

en los tiempos modernos, fue el papado, que no escapó al coleccionismo del periodo, el que por la primera vez abrió sus colecciones al público en 1471, en un antiquarium organizado por el papa Pío VI.

La Revolución Francesa y su lucha por principios democráticos marcaron la institución del museo, dándole una nueva frontera. El museo ya no es, en este momento, visto como gabinete de exposiciones de lo exótico y de lo poco común; tiene ahora una propuesta política de consolidación de los idearios de la Revolución burguesa, adquiriendo un papel volcado hacia la educación y hacia las necesidades del Estado nacional entonces emergente.

La primera institución brasileña génesis del museo fue la Casa dos Pas–saros. Esta fue precursora del Museo Nacional de Río de Janeiro (Machado, 2005, p. 138). Ese primer núcleo museístico atendía a los intereses portugueses, que pretendían enviar a Portugal todo tipo de objetos relacionados a la Colonia, como ejemplares de la fauna, la flora, minerales y también objetos de origen indígena.

Los museos brasileños tuvieron, en el siglo XIX, su apogeo. Santos (1996, p. 180) observa en esa tendencia una necesidad de reordenar la cultura y la ideología burguesas, reforzando la idea del Estado nacional.

Datan de este periodo los museos Nacional (1808), del Ejército (1864), Paranaense Emilio Goeldi (1866), de la Marina (1868), Paranaense (1876), Paulista (1894), y del Instituto Histórico y Geográfico de la Bahía (1894).

Machado (op. cit., p. 140), refiriéndose a la segunda década del siglo XIX, constata que dicho periodo es el de creación de los museos históricos: "la visión sobre los museos históricos es formulada por la élite y guiada por una perspectiva tradicionalista y patriótica que se proponía especificar y calificar la memoria nacional".

En el estado de Santa Catarina, el Museo de Arte Moderno de Santa Catarina surge en 1949 a iniciativa de un grupo de intelectuales autonombrados el Grupo Sul (Junkes, 1982). Este grupo fue influenciado por las ideas de la Semana de Arte Moderno presentada en São Paulo en 1922. Según Corrêa (2005, p. 331), "en 1949 fue creado el Museo de Arte Moderno de Florianó–polis, que posteriormente pasó a ser llamado Museo de Arte de Santa Catarina".

 

EL MUSEÓLOGO COMO PROFESIONAL DE LA INFORMACIÓN

Aunque se comprenda el término profesional de la información de manera singular (como si hubiese un único profesional actuante en el área), esa actividad se refiere a varias profesiones. Según Cronin (cfr. Cunha & Crivellari, 2004, p. 46):

Existe, sí, un grupo grande y heterogéneo de profesionales que pueden ser calificados como tales. El espectro de funciones que ellos ejercen y sus habilidades son tan diversificadas que es difícil colocarlas en un mismo "grupo", tornándose la denominación profesionales de la información una rúbrica imprecisa, conveniente, que presupone un conjunto de categorías profesionales e ignora sus diferencias de orientación, de formación básica y de las actividades ejercidas por ellos.

Tradicionalmente el bibliotecario, el archivista y el museólogo son considerados profesionales de la información. Esta visión está caracterizada por su actuación en unidades de información.

En relación al museólogo, su actuación en museos está ligada a la relación entre el hombre y el objeto. En esta ecuación, la intermediación del museólogo se da en la lógica del objeto como soporte informativo.

El hecho de trabajar con objetos es lo que caracteriza la actuación del profesional en museos, o más aún, lo que de hecho se llama museológico, o la relación entre el hombre y el objeto. Según Russio (1984, p. 60), esta es

[...] una relación profunda entre el hombre, sujeto que conoce, y el objeto, testimonio de la realidad. Una realidad de la cual el hombre también participa y sobre la cual él tiene el poder de actuar, de ejercer su acción modificadora.

Las actividades de los museos tradicionales, y consecuentemente la actuación del profesional que allí trabaja, está centrada en la adquisición, documentación, acondicionamiento y restauración del acervo. Esta característica —actuación centrada en el acervo— sufre hoy una nueva lectura que amplía la actuación de este profesional, que debe dominar las actividades tradicionales, así como entender el objeto como soporte de información. Según Bruno (1995, p. 51):

[...] los museos, establecidos tradicionalmente a partir de colecciones, deben contar con profesionales aptos para el desarrollo de esas tareas, o sea, comprender que el objeto es un soporte de información y por eso debe ser preservado al lado de otros medios de información.

Una reunión realizada en 1972, denominada Mesa Redonda de Santiago de Chile, organizada por el ICOM–Unesco, discutió la función social del museo y su actuación en el mundo globalizado, introduciendo una nueva idea de museo como una institución con responsabilidad social que debe interactuar con la comunidad en la cual está inmersa (Chagas, op. cit.). Discutió también el perfil del profesional que actúa en museos tradicionales y las funciones de colección, conservación y guarda de objetos representativos de la acción humana, llevando a pensar el museo no sólo como repositorio de colecciones del pasado, sino también relacionado con la contemporaneidad (Cordovil, 1993, p. 19). El evento enfatizó la necesidad de que dicho profesional sea un "investigador", un "interlocutor" de la realidad. Cordovil (Ibíd., p. 24) apunta que:

[...] el museólogo del nuevo museo es un profesional de tipo nuevo, que, además del dominio de las áreas tradicionales de la museología (que me parece no deben ser olvidadas) tiene que ser capaz de detectar y administrar los problemas que le deparan a la comunidad, de responder a solicitudes diversas que van desde las cuestiones culturales a las socioeconómicas y políticas.

En este sentido, la concepción de este profesional como síndico de museos ya no corresponde a las exigencias de la sociedad global. Bruno (2000, p. 85) afirma que la formación en el área de Museología debe buscar "[...] la preparación de profesionales críticos y capaces de actuar como mediadores" y resalta la necesidad de que sean " [..] conscientes de que esta acción de mediación contribuye a la construcción de los valores sociales y a la estructuración de la herencia cultural".

Siendo el profesional que actúa en museos el agente de la relación hombre/objeto que ve en este último un vector para la comprensión de la sociedad, y el museo el espacio físico de actuación de este profesional, podemos concluir que el trato con el objeto (generación, diseminación, catalogación y conservación del acervo) caracteriza al museólogo como profesional de la información.

Smit (2000) define al museólogo, el archivista y el bibliotecario como las "Tres Gracias". Esta autora analiza también la actuación de esos profesionales, partiendo del presupuesto de que la información no depende del soporte. O sea, la categoría del documento no es lo que caracteriza el hacer del profesional de la información.

Archivos, bibliotecas y museos tienen como objetivo ofrecer información. Lo que distingue su actuación es el soporte del documento. Smit y Carvalho (2002) llaman la atención sobre la función del profesional de la información como mediador entre el acervo y el usuario.

 

METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

La elaboración del conocimiento científico es un proceso de reflexión, orientando la actividad teórico–práctica del hacer cotidiano. Este pensar busca descubrir la realidad ofreciendo nuevas formas de entendimiento de la praxis.

Esta investigación —desde el punto de vista del análisis de los datos y la demostración de los resultados— adopta un abordaje cuantitativo y cualitativo. Los datos fueron recogidos a partir del envío de cuestionarios. El cuestionario se ajusta a este tipo de investigación por ser un instrumento útil en la captación de datos, pues se constituye a partir de una serie de preguntas que recogen las informaciones descriptivas de la manera de comportarse de la población que nos interesa.

Para el análisis de los datos fue utilizada la técnica de análisis de contenido de Bardin (op. cit., p. 37), que según esta autora es:

Un conjunto de técnicas de análisis de las comunicaciones buscando obtener, por procedimientos sistemáticos y objetivos de descripción del contenido de los mensajes indicadores (cuantitativos o no) que permitan la inferencia de conocimientos relativos a las condiciones de producción/recepción, variables inferidas de estos mensajes.

En la utilización de esta técnica se debe delimitar los puntos de inferencia que sean objetos de identificación de la comunicación, elaborar las variables analizadas e identificar su presencia o ausencia, verificando su sentido en el contexto determinado. La inferencia es una operación lógica por la cual se admite una proposición en virtud de su relación con otras proposiciones aceptadas como verdaderas. Estas inferencias pueden ser obtenidas por medio de datos cualitativos o cuantitativos.

Según Bardin, el análisis del contenido tiene las siguientes etapas:

• descripción de las peculiaridades del documento;

• tratamiento de los datos a través de la inferencia e interpretación;

• análisis de los datos.

Este tipo de análisis permite inferir lo que se desea comunicar, en la acción escrita o hablada. A partir de ese ejercicio se puede identificar la presencia o la ausencia de las citaciones, su contexto o sentido.

El público encuestado fue seleccionado a partir de los siguientes criterios:

• poseer nivel superior, caracterizando de esta manera al profesional según Freidson;

trabajar directamente en la práctica museística;

• actuar en el estado de Santa Catarina.

Para el análisis e interpretación de los datos se definió una tabla de análisis cuyas variables fueron: edad, sexo, formación, institución, tiempo de actuación en la institución, actividades y fuentes de información utilizadas.

Las informaciones referentes a los museos seleccionados se obtuvieron mediante la Guía de Museos de Santa Catarina (2001) de la Fundación Cata–rinense de Cultura. Los museos fueron seleccionados a partir del criterio de representatividad de todas las regiones del estado de Santa Catarina. Además de eso, se tuvo en cuenta el hecho de que el museo tuviese en su equipo de trabajo un profesional de nivel superior trabajando de tiempo completo.

La tipología de museos utilizada en esta investigación fue la de Caldeira (op. cit., p. 400) que los distingue en museos de arte, museos históricos, museos de ciencia, museos especializados y museos al aire libre. Además de las categorías apuntadas por Caldeira, las acrecentamos con los museos vinculados a instituciones de enseñanza superior —o museos universitarios— entendidos, según Cabral (2002, p. 33), como museos que deberían apoyarse en el trípode que orienta a la universidad: investigación, enseñanza y extensión.

Las características de las actividades de los profesionales se fundamentaron en las representadas en la Ley 7.827 de 1984. En el cuestionario enviado a los profesionales actuantes en museos se solicitó al responsable que clasificase las actividades museísticas por su grado de importancia.

 

ANÁLISIS DE LOS DATOS

Los datos analizados se refieren a las respuestas de 33 profesionales que trabajan en museos de Santa Catarina, totalizando 91.67% de los cuestionarios enviados.

De acuerdo con los datos obtenidos, 79% de los profesionales son del sexo femenino, y 21.21% del sexo masculino. Fonseca et al. (2005) llama la atención sobre una mayor participación del sexo femenino entre los profesionales de información.

Entre los profesionales encuestados, 57.58% tienen apenas título; 33.33% tienen especialización y 6.06% maestría. Apenas 3.03% tienen doctorado.

La mayoría (66.67%) de los profesionales que actúan en los museos catarinenses tienen formación en Ciencias Humanas.2 La formación en Historia corresponde a 30.30% de los encuestados. Hace falta aclarar que 36.36% de los museos cuyos profesionales contestaron a la investigación son históricos; además de eso, 18.19% son municipales, que tienen por objetivo difundir la historia del municipio, lo que explica el número elevado de profesionales con formación en Historia entre los encuestados.

Ninguno de los encuestados tiene título en Museología. Es necesario informar que existen apenas dos cursos de Museología reconocidos en este nivel en Brasil, el de la Universidad Federal de la Bahía y el de la UNIRIO (Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro) (Abecin, 2008).

La especialización en Museología fue hecha por 21.21% de los encuestados. La Universidad del Estado de Santa Catarina (UDESC) ofreció cursos de este nivel en 2001 y 2002. Además de eso, la Universidad de Sao Paulo ofrece, desde 1998, una especialización en Museología (Bruno, 1995). Uno de los respondentes hizo este curso.

Los encuestados que tienen maestría en Museología suman 6.07%. Todos hicieron esta formación fuera de Brasil. Cabe destacar que, en Brasil, el primer curso de Maestría en Museología, aprobado en 2006 por la Capes (institución brasileña responsable de la fiscalización de la enseñanza de posgrado), lo ofrece la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro. (UNIRIO, 2006).

Los profesionales que respondieron a la encuesta trabajan en museos de varios tipos. Los museos históricos representan la mayoría en el universo de esta investigación (36.36%). Según Caldeira (op. cit., p. 401) este tipo de museos son instituciones en que las colecciones "[...] son concebidas y presentadas en una perspectiva histórica".

Los museos municipales, que representan en esta investigación 18.19% del total, tienen su caracterización en la formación histórica del municipio. Esta perspectiva histórica viene relacionada con una concepción de formación del Estado nacional. En este sentido Machado percibe la proliferación de los museos históricos como una acción política. Según la autora, "el surgimiento de museos históricos, relacionado a las conveniencias políticas, fue una constante en la formación cultural brasileña" (op. cit., p. 137).

Los museos universitarios representan 15.15% del universo de la investigación. Este tipo de museo muchas veces es confundido con la historia de la universidad en la cual está inserto.

Las transformaciones constantes en el mundo del trabajo exigen un proceso continuo de busca del conocimiento. El profesional ya no es visto como formador; al contrario, necesita de educación a lo largo de su vida. Según Collares et al. (1999), en el proceso de educación continua

[... ] se trata de estar siempre actualizando a los sujetos, informándolos sobre nuevos descubrimientos de la ciencia y sus consecuencias para la acción en el mundo del trabajo [...] (Collares et al., op. cit., p. 13).

En relación con la educación continua,3 39.39% no hicieron ninguna formación en los últimos 5 años. Entre los que hicieron esta formación, 60% la realizaron en el NEMU (Núcleo de Estudios Museológicos de la Universidad Federal de Santa Catarina). Las actividades de educación continua de los otros fueron realizadas en diversas entidades brasileñas como el IPHAN (Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional).

En relación con las actividades de los profesionales, la evaluación de la calidad de la información del acervo fue citada por 82.14% de los encuestados como la más importante.

Chagas (op. cit., p. 46) discute la utilización del acervo como soporte de información. Según este autor "es por la comunicación hombre–bien cultural preservado que la condición de documento emerge".

La identificación, clasificación y catastro de bienes culturales obtuvo 80.65% de las respuestas indicando que esta actividad es muy importante. Santos (op. cit., p. 6) apunta que la actividad de registro es "[..] el momento supremo del museólogo, en el sentido de firmarse, demostrando el conocimiento que adquirió [..]".

El acondicionamiento del acervo fue considerado por 74.19% de los entrevistados como muy importante. Esta actividad está relacionada con la conservación del soporte, o sea, la integridad del acervo debe ser garantizada con el objetivo de ofrecerlo al público (Cabral, op. cit.).

Las actividades de busca, registro, evaluación y difusión de la información fueron apuntadas por 66.67% de los encuestados como muy importantes. De acuerdo con Bruno, estas funciones pueden ser entendidas como el "inventario de los bienes patrimoniales (banco de datos/publicaciones/administración de la información)" (Bruno, 1995, p. 104).

El planeamiento y organización de exposiciones fue considerado por 64.52% de los encuestados como muy importante. Esta es la actividad más visible en el museo. Mientras la Museología se preocupa del contexto del acervo y las relaciones inherentes a él, la Museografía, o Museología Aplicada, según Mensch (1990, p. 58), "pone en práctica los principios científicos con la ayuda de un gran número de disciplinas auxiliares".

El ítem restauración del acervo fue considerado como muy importante por 62.07% de los encuestados. De acuerdo con Lord (1997, p. 251), la restauración es una

Intervención hasta donde sea posible, o hasta donde se desea, en un edificio u objeto con la finalidad de devolverle una condición o apariencia semejante a su estado original por medio de la reparación, la renovación de partes, la reconstitución, el reacondicionamiento o cualquier otra intervención. (Traducción nuestra.)

Giraudy y Bouilhet (1990, p. 49), afirman que la restauración es una tarea de un cuerpo de especialistas, involucrando

un equipo científico completo de químicos, físicos, fotógrafos, microbiólogos, [que] respalda a los restauradores propiamente dichos, que cuidan de la salud de la obra.

Con relación al montaje de exposiciones, 59.38% de los entrevistados la consideran muy importante. Según Marandino (2005), el discurso expositivo debe observar procesos relativos al acervo, abriendo espacio para la discusión del saber museológico como

[... ] relativo a las reflexiones del campo de la museología y tiene que ver tanto con lo relacionado al trabajo de colección, salvaguarda y documentación de los objetos, como con la organización de la información que será comunicada sobre los mismos.

Las funciones de administración, gerencia y supervisión de actividades fueron consideradas como muy importantes por 58.06% de los encuestados. El administrador de las actividades museísticas debe organizar y sistematizar las actividades burocráticas y el trabajo técnico–científico. Trigueiros (1972, p. 131) afirma que además de esas atribuciones de administración, el director establece "[...] los contactos con órganos semejantes o afines" para intercambio de experiencias y actividades como exposiciones itinerantes o préstamos de acervos.

El ítem recolección de acervo fue apuntado por 50.0% de los encuestados como muy importante. Giraudy y Bouilhet (op. cit., p. 47) afirman que:

Hace algunos años, los museos se concientizaron de la necesidad de adoptar una política de adquisición coherente y ordenar sus colecciones ya no en función del gusto de determinado responsable, o por la rareza y por el precio de determinada obra, sino a partir de criterios científicos o de las necesidades de su público.

De acuerdo con esta autora, la necesidad de una política de adquisición se justifica por el papel del museo en la comunidad en que está inmerso. Mediante una política de adquisición fundamentada en la tipología del museo y en sus objetivos, se evita el "coleccionismo".4

El préstamo de servicios de consultoría o asesoría fue considerado como muy importante por 44.83% de los encuestados. Esta actividad está relacionada con la atención de demandas de otras instituciones.

Los libros fueron citados por 26% como la principal fuente de información utilizada. En seguida fueron citadas: las fuentes primarias5 con 22%, Internet con 21%. Los periódicos científicos fueron citados por 17%.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Esta investigación tuvo como objetivo identificar el perfil del profesional actuante en los museos del estado de Santa Catarina. Es necesario puntualizar que este estudio se refiere a un momento específico (2006). En este sentido, sus resultados no pueden generalizarse.

Las transformaciones ocurridas en las últimas décadas del siglo XX con la popularización de Internet hacen con que se deba repensar la actuación profesional. Chagas y Cordovil apuntan que el nuevo paradigma de la sociedad de la información exige nuevas posturas de los profesionales que actúan en museos. Asociadas a las prácticas consideradas tradicionales hay una exigencia del dominio de las tecnologías y la comprensión de la necesidad de aprender aprendiendo, o sea, el proceso de educación debe ser continuo.

Con relación a la participación de los profesionales en grupos de discusión, el bajo número de respuestas permite inferir una casi inexistencia de intercambio de experiencias profesionales y discusiones acerca de la teoría museística.

El análisis de las respuestas permite afirmar que el "perfil general" del profesional que actúa en los museos en el estado de Santa Catarina está configurado de la siguiente manera:

• un profesional del sexo femenino;

• con edad entre 30 y 50 años;

• graduado en el área de Ciencias Humanas;

• que trabaja desde hace más de diez años en un museo histórico;

• considera como actividades más importantes la evaluación de la calidad de la información del acervo y la identificación, clasificación y catastro de bienes culturales;

• y, finalmente, considera los libros como la principal fuente de información.

Conforme puede constatarse, el profesional que actúa en los museos de Santa Catarina ejecuta actividades consideradas en la literatura como tradicionales. En este sentido, es posible afirmar que este profesional no asumió el "espíritu de la Mesa Redonda de Santiago de Chile". Esto significa, a nuestro modo de entender, la necesidad de que el museólogo se constituya como un profesional crítico, consciente, que interactúa con la comunidad en la cual está inserto, que sepa detectar, administrar y responder a los problemas de esta comunidad.

 

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

* Este trabajo es parte de la disertación de maestría defendida en el Programa de Posgrado en Ciencia de la Información de la UFSC (Universidad Federal de Santa Catarina), en 2007.

1 Las unidades de información aquí se comprenden, según Guinchat & Menou (1994, p. 333), como "[...] organismos especializados en las actividades de información que privilegian otras funciones de la cadena documental, como la descripción de contenido de los documentos, la extracción y el tratamiento de datos y la difusión de la información."

2 Chaui (2003) define Ciencias Humanas como aquellas que desarrollan un conjunto de actividades intelectuales (forma sistemáticamente organizada del pensamiento objetivo) con base en el método científico, tratando de comprender los fenómenos sociales.

3 Como educación continua entendemos " [..] La educación que se da en el proceso de formación constante, de aprender, de aprender en servicio, juntando teoría y práctica, reflexionando sobre la propia experiencia, ampliándola con nuevas informaciones y relaciones". (Moran, 2000, p. 1).

4 Se entiende por coleccionismo la práctica indiscriminada de recolectar acervos. En el apartado 3. Museos y Bibliotecas, fue discutida esta cuestión. Sobre el tema véase Suano (1986), Menezes (1994) y Bruno (2000).

5 Se entiende por fuentes primarias " [..] aquellas que producidas por contemporáneos de un acontecimiento, pueden ser documentos escritos, artefactos, obras de arte, todo lo que pueda lanzar alguna luz sobre aquel evento pasado, o su época".