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Galindo Arranz, fermín (1998): El periodista, ante la espiral de silencio. Revista Latina de Comunicación Social, 4.
Revista Latina de Comunicación Social 4 – abril de 1998

Edita: LAboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social
Depósito Legal: TF-135-98 / ISSN: 1138-5820
Año 1º – Director: Dr. José Manuel de Pablos Coello, catedrático de Periodismo
Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guajara - Universidad de La Laguna 38200 La Laguna (Tenerife, Canarias; España)
Teléfonos: (34) 922 31 72 31 / 41 - Fax: (34) 922 31 72 54

 

El periodista, ante la espiral de silencio

(2.035 palabras)

Dr. Fermín Galindo Arranz ©

Profesor del Departamento de Ciencias da Comunicación

Facultad de Ciencias da Información

Universidad de Santiago de Compostela

 En los años noventa, el papel que ocupan, o que deben tener, los periodistas en la opinión pública ha ocupado un espacio central en la actualidad política e informativa. Se ha escrito mucho sobre este asunto, ya sea sobre el periódico como actor político (Borrat,1984), sobre la relación entre el poder y la prensa (Sinova, 1995), sobre la función del periodista en el espacio público (Dader, 1992) y en general sobre las múltiples relaciones encontradas entre el poder y los medios de comunicación. Incluso en los últimos días (febrero de 1998) a raíz de las declaraciones de Luis María Ansón, al semanario Tiempo, se ha reavivado la polémica relativa al papel de la prensa en un sistema democrático, que han puesto en boca de políticos y periodistas multitud de argumentos relativos a la legitimidad de unos y otros para intervenir en el debate público condicionando decisivamente la vida política.

Éste es un tema complejo, pero es sabido que la posición de los medios, o un cambio en la posición de los medios, suele preceder a un cambio en las actitudes personales. La conducta de la gente se suele adaptar a la evaluación del clima de opinión pero, recíprocamente, también influye en las evaluaciones del clima de opinión en un proceso de retroalimentación que suele provocar una suerte de tendencias de opinión de distinta intensidad, pudiendo alcanzar su máximo grado en la conocida como espiral de silencio. Por este motivo, la entrevista del ex director de ABC ha desatado todo tipo de declaraciones y calificativos en todos los sentidos, sólo por citar algunos, en los últimos días nos hemos acostumbrado a escuchar términos como conspiraciones periodísticas, golpismos de salón, comandos mediáticos, chismes de la Corte y Villa, principios deontológicos, tramas civiles, confabulaciones y prácticas deleznables, acoso y derribo, legitimidad democráticas... y toda suerte de expresiones imaginables.

Seguramente, una de las sensaciones finales de esta polémica y aquella sobre la que nos interesa incidir es la que firmaba Pedro de Silva en un artículo publicado en el diario Faro de Vigo con el expresivo título "La ansonada":

"Hoy, para dar un golpe de timón se reúnen directores de medios y líderes de opinión. El poder está en el cuarto poder, y casi sobran los otros tres, sería la conclusión. La Facultad de Periodismo debería llamarse de Ciencias Políticas".

Nada más lejos de la realidad que esta idea sobre la función del periodista en la opinión pública y su capacidad de influencia sobre la alternancia en el poder, o el control de la gestión de los personajes públicos.

Opiniones, periodistas y consecuencias

La percepción de la profesión periodística y de su influencia cambia mucho a lo largo del tiempo, de las coyunturas históricas y de los diferentes países y sociedades en las que desempeñan su labor. Así, el último barómetro de la libertad de prensa (publicado por el diario El País e febrero de 1998) incidía en esta realidad:

"Sólo en 79 de los 185 países miembros de Naciones Unidas puede considerarse como correcta la situación de la libertad de prensa. En otros 80 países, la situación informativa es difícil, y en 26, muy grave. En el último mes se registraba el asesinato de un periodista, 44 detenidos, 86 todavía encarcelados, 47 agredidos o amenazados y 47 medios de comunicación censurados en distintos países marcan la situación de la libertad de prensa en el mundo. Un periodista, Morteza Fiaruzi, puede ser colgado en cualquier momento en Irán tras haber confirmado la Corte Suprema su condena a muerte por supuesto espionaje. Sigue sin esclarecerse el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas en Argentina, el 25 de enero de 1997".

Se podrían seguir enumerando casos y situaciones de máximo riesgo en el ejercicio de la profesión periodística. En el último informe del Instituto Internacional de Prensa (IPI) se sitúa a Colombia, con siete víctimas en el último año, en el primer lugar de riesgo periodístico de Latinoamérica. Sorprende incluso que los propios periodistas consideran lógicas las amenazas que reciben dentro de la propia situación de violencia que vive el país.

María Teresa Herrán, una de las periodistas más influyentes del país y mujer de uno de los candidatos presidenciales, Juan Camilo Restrepo, declaraba en una reciente entrevista: "Los periodistas colombianos no deben posar de mártires porque su caso no es especial en esta sociedad; hay más asesinatos entre jueces, activistas de derechos humanos o educadores".

En fin que, en un contexto mundial, la gravedad de las situaciones de riesgo periodístico se encuadran en situaciones políticas, económicas o sociales también conflictivas, es entonces cuando se suele reproducir con facilidad en la opinión pública el fenómeno de la espiral del silencio ante el que inevitablemente se sitúa el periodista.

Las novedades y la espiral de silencio

Noelle Neuman, autora de la teoría de la espiral del silencio, ha rebuscado en la historia de la literatura, en la filosofía, en la ciencia política precedentes y enunciados anteriores al enunciado de su conocida idea de la espiral de silencio. En una de estas alusiones, la de William Temple, resume el eje central de la espiral de silencio: el hombre "difícilmente esperará o se arriesgará a introducir opiniones nuevas donde no conozca a nadie, o a pocos que las compartan, y donde piense que todos los demás van a defender las que ya habían recibido".

Noelle-Neuman detecta y explica en todos sus trabajos la tendencia de los individuos a concordar lo interior y lo exterior, la existencia de una opinión pública y de una opinión privada en los individuos, y de la elaboración en la mayoría de los casos de un discurso de racionalización y autoconvencimiento, de adaptación a la opinión pública generalmente aceptada. Concluyendo, que cuando se produce un fenómeno de estas características, la mayoría de las personas están dispuestas a expresar una opinión acerca del punto de vista mayoritario sobre un tema controvertido y que "sólo cuando una espiral de silencio se ha desarrollado plenamente y una facción posee toda la visibilidad pública mientras que la otra se ha ocultado completamente en su concha, sólo cuando la tendencia a hablar o a permanecer en silencio se ha estabilizado, las personas participan o se callan independientemente de que las otras personas sean o no amigos o enemigos explícitos. Pero, además de esas situaciones decantadas, hay controversias abiertas, discusiones todavía inconclusas o casos en que el conflicto latente aún tiene que salir a la superficie".

Por definición, el trabajo del periodista consiste en ser portavoz de las novedades que se producen, en dar informaciones y emitir opiniones en la esfera pública, se tiene que situar, por tanto, de forma individual y notoriamente pública ante los fenómenos de espiral de silencio que puedan producirse en la opinión pública.

El Lisboa, Pereira y la espiral de silencio

Antonio Tabucchi nos presenta en su novela "Sostiene Pereira" un ejemplo magnífico del dilema del periodista ante este tipo de situaciones. En la ciudad de Lisboa en 1938, Pereira, un viejo periodista, dedicado a escribir la página cultural del Lisboa, un periódico vespertino de poca monta, desde el que por diversas circunstancias se verá obligado a afrontar la realidad totalitaria que recorre Europa.

A lo largo de la novela, Tabucchi describe continuas situaciones en las que Pereira va tomando conciencia de la situación política de su entorno y de la responsabilidad social que sus amigos depositan en él. La presencia en su vida de un joven colaborador, Monteiro Rossi, en el que ve el hijo que no tuvo, es determinante para afrontar su situación.

Tabucchi, en una nota a la décima edición italiana de su novela, explica cómo en septiembre del año 92 leyó la noticia de que un viejo periodista había muerto en el Hospital de Santa María de Lisboa. Afirma que era alguien a quien había conocido fugazmente en París a finales de los años sesenta, cuando él, como exiliado portugués, escribía en un periódico parisiense. Era un hombre que había ejercido su oficio de periodista en los años cuarenta y cincuenta en Portugal, bajo la dictadura de Salazar. Y había conseguido hacerle una buena jugarreta a la dictadura salazarista publicando en un periódico portugués un feroz artículo contra el régimen. Después, naturalmente, había tenido serios problemas con la policía y se había visto obligado a escoger la vía del exilio. El protagonista de la novela corre igual suerte y será la denuncia pública del asesinato de su colaborador Monteiro Rossi la circunstancia que le obliga a romper el silencio.

A lo largo de la novela, la percepción de la realidad y la versión que se ofrece de la misma en las páginas de su periódico remueven su conciencia. Cada vez que acude al Café Orquídea, Manuel el camarero le informa de la situación política al cabo de la calle y en cierta forma le reprende por la selección de noticias que publica su periódico.

En uno de los capítulos, una mujer judía, la señora Delgado, que huye de una Europa en la que se presagia otra gran guerra, le sugiere: "Las personas como usted tienen que hacer algo". Pereira se justifica en la conversación: "Quizá yo tampoco esté contento con lo que esta sucediendo en Portugal", admitió Pereira.

La señora Delgado bebió un sorbo de agua mineral y dijo: "Pues, entonces, haga algo".

-- ¿Algo, como qué?, contestó Pereira.

-- Bueno, dijo la señora Delgado, usted es un intelectual, diga lo que está pasando en Europa, exprese su libre pensamiento, en suma haga usted algo.

Sostiene Pereira que hubiera querido decir muchas cosas. Hubiera querido responder que por encima de él estaba su director, el cual era un personaje del régimen, y que, además, estaba el régimen con su policía y su censura, y que en Portugal estaban amordazados, en resumidas cuentas, que no se podían expresar libremente las propias opiniones, y que él pasaba sus jornadas en un miserable cuartucho de rúa Rodrigo de Fonseca, en compañía de un ventilador asmático y vigilado por una portera que probablemente era una confidente de la policía.

Pero no dijo nada de todo ello, Pereira, dijo solamente:

-- Haré lo que pueda, señora Delgado, pero no es fácil hacer lo que se puede en un país como éste para una persona como yo...".

La descripción del fenómeno de la espiral de silencio que atenaza a la sociedad portuguesa, y con ella al señor Pereira es tan exacta que incluso en este pasaje de la novela se reproduce una de las técnicas utilizadas por Noelle Neumann para describir el fenómeno, y consistente en sondear las opiniones que mantienen distintos viajeros en un tren al participar en una conversación espontánea, sobre un tema especialmente comprometido y que pueda ser motivo de autocensura entre los interlocutores.

Para concluir, en el relato de Tabucchi nos encontramos con una acertada descripción del dilema del periodista ante la espiral de silencio, con sus presiones políticas y sociales, con la obligación del periodista de informar con veracidad de aquello que acontece, con la obligación ética de afrontar la opinión dominante de forma individual y pública. Actúa Pereira con la prudencia y el valor necesarios para dejar en la calle su exclusiva y romper de esta forma la espiral de silencio en la que se ha visto atrapado.

Marcello Mastroianni, que interpreta la magnífica adaptación al cine de Roberto Faenza, se pierde entre la multitud en la última secuencia. En la calle se escucha: !Ha salido el Lisboa!, !Joven periodista asesinado sin piedad!

Bibliografía

Borrat, H. El periódico, actor político. Gustavo Gili, 1989.

Dader, J. L. El periodista en el espacio público. Bosch. Barcelona, 1992.

Miranda, I. "Periodistas en Colombia, peligro de muerte". El Mundo, 13/2/1998.

Noelle-Neumann, E. La espiral de silencio. Paidós. Barcelona, 1995.

Periodistas sin Fronteras. "Barómetro de la libertad de prensa". El País, 16/2/1998.

Price, V. La opinión pública. Paidós Comunicación, Barcelona, 1994.

Silva, P. "La ansonada". Faro de Vigo. 18/2/1998.

Sinova, J. El poder y la prensa. EIU. Barcelona, 1995.

Tabucchi, A. Sostiene Pereira. Anagrama, Madrid, 1995.

Sostiene Pereira. Adaptación cinematográfica de Roberto Faenza. Coprodución Italo-franco-portuguesa, 1996.


FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:

Galindo Arranz, fermín (1998): El periodista, ante la espiral de silencio. Revista Latina de Comunicación Social, 4. Recuperado el x de xxxx de 200x de:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/z8/
r4abgalindo.htm