It is the cache of ${baseHref}. It is a snapshot of the page. The current page could have changed in the meantime.
Tip: To quickly find your search term on this page, press Ctrl+F or ⌘-F (Mac) and use the find bar.

-Revista de Estudios Sociales-Revista No 03|El Museo Arqueológico y Etnográfico de Colombia (1939-1948): la puesta en escena de la nacionalidad a través de la construcción del pasado indígena
       
 

 

ISSN (versión en línea):1900-5180
 

res@uniandes.edu.co

 
 
   
Para citar este artículo Revista No 03
Título:El Museo Arqueológico y Etnográfico de Colombia (1939-1948): la puesta en escena de la nacionalidad a través de la construcción del pasado indígena
Autor:Marcela Echeverri Muñoz [*]
Tema: Historia de las Ciencias Sociales en Colombia (I)
Junio de 1999
Páginas 104-109
[agrandar texto] [reducir texto] [texto normal] [imprimir artículo] [PDF]

InicioRevista No 03
El Museo Arqueológico y Etnográfico de Colombia (1939-1948): la puesta en escena de la nacionalidad a través de la construcción del pasado indígena

Marcela Echeverri Muñoz [*]

Otras voces


El Museo Arqueológico y Etnográfico de Colombia (1939-1948): La puesta en escena de la nacionalidad a través de la construcción del pasado indígena

PALABRAS CLAVE

Arqueología, Historia, Colombia

El presente artículo explora la arqueología en el país en los años en que se institucionalizó como práctica, y se le dio un carácter científico como conocimiento. He decidido utilizar la imagen del Museo Arqueológico y Etnográfico como representación de la labor arqueológica, con el fin de dar cuenta del objetivo central de tal arqueología: la construcción y difusión de una ideología nacionalista basada en la descripción, representación, revalorización y el rescate de los legados prehispánicos. 

Durante los años treinta y cuarenta en Colombia, la práctica de la arqueología se vió legitimada por el Estado, dentro del marco de las políticas de la República Liberal[1]. Sobresale en sus inicios la figura de Gregorio Hernández de Alba, quien dentro del Ministerio de Educación fundó en el año de 1938 el Servicio Arqueológico Nacional[2] institución encargada de las investigaciones relacionadas con los restos de las culturas prehispánicas que habitaron el actual territorio nacional. Este evento dio gran fuerza al desarrollo de una arqueología nacionalista.

En este contexto, el Museo Nacional se transformó en el Museo Arqueológico y Etnográfico a partir de 1939[3], con el fin de dar apoyo al proyecto arqueológico dirigido por Hernández de Alba, así como para promover una difusión de los descubrimientos arqueológicos que daban forma a la imagen de una identidad prehispánica.

A través de una mirada socio-histórica sobre estos hechos, pretendo dar cuenta de la relación entre la arqueología colombiana y los intereses del Estado nacional, así como revisar críticamente sus contenidos en el proceso de construcción del pasado indígena, que tuvo lugar entonces y que tiene continuidad en la arqueología científica que se profesionaliza en los años posteriores dentro del Instituto Etnológico Nacional (1941-1950).

A continuación realizaré en primer lugar un recuento de los eventos que dieron lugar a la fundación del Museo Arqueológico y Etnográfico en el marco del Servicio de Arqueología, explorando luego su apropiación por la ciencia etnológica institucionalizada en el país a partir de 1941. Todo esto tendrá como eje de análisis la construcción del pasado indígena, y su utilización con fines nacionalistas por la élite liberal de aquellos años.

Hernández de Alba: El desarrollo de una Arqueología nacionalista  

La República Liberal, período definido entre 1930 y 1946, se refiere a los gobiernos consecutivos del partido Liberal en Colombia con intereses comunes hacia la modernización del país. Para esto se propuso como uno de sus principales fines la consolidación del Estado, promoviendo fuertemente una ideología en pro de lo nacional, que sustentaba los intereses económicos y sociales en la base de tales proyectos. Es reconocido en la historiografía sobre el período, el fuerte apoyo que se dio a las reformas educativas que venían a cumplir un papel principal en el doble sentido de las reformas liberales: primero el modernizador, a través de la  renovación del pensamiento de la población hacia uno . racional y científico, y segundo el nacionalista, que se alimentaba de las ideas románticas sobre el pasado prehispánico y lo difundía en la población para generar y solidificar la unión del país[4].

Durante estos años es también interesante reconocer el auge de este sentimiento en la literatura y el arte, donde se buscó rescatar los legados precolombinos como parte de la identidad, para dar a estas expresiones un sentido autónomo que representara la identidad propia al alimentarse de lo indígena en sus aspectos artístico, cultural y racial, y de la cultura popular en tanto la raza mestiza era representativa de aquellos legados en la actualidad. En este sentido se consolidaron décadas antes movimientos artísticos y literarios como Los Nuevos y el Bachué, que manifestaron una reacción de este tipo, dentro de una búsqueda por enfrentar las estéticas anteriores y aquellas que parecieran extranjerizantes, en la revaloración de lo no-hispánico[5].

Fue en este contexto del modernismo literario y artístico de auge de la valoración intelectual y artística de las culturas marginadas, concretamente en el movimiento Bachué, que surgió tal interés en Gregorio Hernández de Alba[6].  Entre 1934 y 1938 aparecen sus primeros escritos publicados especialmente en el periódico El Tiempo. Hernández de Alba tenía ya una tradición en el medio público, y se encontraba para entonces afiliado al proyecto político de Luis López de Mesa como funcionario del Ministerio de Educación. Desde allí Hernández de Alba exploró la importancia de generar conciencia nacional a partir de la recuperación del pasado indígena, y lo que es más interesante, abordó el problema incialmente desde el aspecto físico, es decir de la raza, que entonces era central en la concepción del indio como inferior dentro de la sociedad colombiana[7]. 

Sus artículos expresan el deseo de defender lo americano empezando por redefinirlo; están llenos de elogios sobre lo indígena, haciendo uso de descripciones de cronistas en que se hace alusión a características positivas de lo indio, las que Hernández de Alba expone como pruebas sobre el tema[8]. En este punto, su discurso se había desplazado del ámbito literario para aproximarse a la mirada científica, e inclusive autoincluirse en una tradición de estudios arqueológicos, tal como se venían realizando en Europa desde hacía algunos años.

Por lo demás, la importancia de su labor está en la legitimidad que obtuvo al realizarse dentro de los marcos institucionales, particularmente dentro del Ministerio de Educación, y desde el año de 1935 con la creación de una sección dentro de tal Ministerio dedicada al impulso de la Arqueología y la Etnología en el país. Para ello recibe el apoyo de Gustavo Santos, entonces director de la Extensión Cultural y de Bellas Artes del Ministerio, y funda el Servicio Arqueológico Nacional en el año de 1938[9].

Durante aquellos años, Hernández de Alba realizó expediciones arqueológicas a lo largo del país. Con el fin de promocionar sus actividades y de difundir el pensamiento nacionalista que giraba en torno a éstas, organizó una exposición que tuvo lugar en la celebración del IV Centenario de la fundación de Bogotá que diera cuenta de tales intereses, con el apoyo del entonces Museo Nacional, los coleccionistas particulares y los vendedores de antigüedades del país[10]. Como resultado de esta exhibición, el Ministerio de Educación editó la publicación Colombia Compendio Arqueológico que resultó ser un catálogo de la exposición escrito por el mismo Hernández de Alba[11]. Allí se describe detalladamente cada una de las culturas representadas en la exposición, y el enfoque de ésta se hace explícito en las palabras de Hernández de Alba en la introducción al Compendio:

Cuatrocientos años hace que Cristo eclipsó el brillo de Sue y el poderío de Chiminigagua; que Gonzalo Jiménez derrotó a Tisquesusa; que el frío ladrillo se impuso sobre el abrigador empaje del bohío (...) Cuatrocientos años hace que con algotras causas importantes, el gran afán de un nuevo sistema económico acabó y por siempre con el arte de los indígenas de este noble fragmento de la América. Muerto el arte, sustituida la creencia, cambiada íntegramente la manera de vida, mas viviendo aun la sangre y escondido el espíritu del nativo por un prejuicio de vergüenza, nos olvidamos del indio.

Con el fin de rescatar el elemento indígena -en su dimensión prehispánica-, este escrito, así como la exposición que representa, revelan una concepción de lo indígena heredada desde mediados del siglo pasado, que pretende dar cuenta del alto grado de civilización presente en las sociedades prehispánicas del territorio nacional, comparándolas ya fuera con el elemento hispánico, o con las culturas mesoamericanas o peruanas. Ello generó que en Colombia hasta entonces sólo se prestara atención a los grupos que se asemejaban a estas condiciones como fueron los muiscas o chibchas y los tairona[12].

Así, de las culturas reseñadas en el Compendio las más importantes son San Agustín y Tierradentro, pues los hallazgos en esta zona revelaron un contenido arqueológico que fue motivo de gran orgullo para la sociedad nacional; la aparición de grandes estatuas y grandes entierros fue interpretada como signo de un desarrollo cultural importante en la zona sur-andina del país, y ello fue esencial, pues en palabras de Hernández de Alba:

son estas regiones las que en el importante ramo de la arqueología monumental están dando a Colombia un destacado lugar entre la arqueología general de América[13].

Fue tal el éxito de la exposición y la importancia que se le dio al proyecto arqueológico, que desde el año de 1939 el Museo Nacional pasó a llamarse Museo Arqueológico y Etnográfico, al que se pretendía que se dirigieran los hallazgos arqueológicos con el fin de coleccionarlos, conservarlos y exhibirlos[14]. Ello además fue respuesta al llamado de Hernández de Alba a:

el gobierno y el pueblo para que pronto se establezca un Museo arqueológico donde se guarden para siempre, se preserven y se enseñen las pocas piezas arqueológicas que de la voracidad de la conquista, primero, y de la inquietud de los guaqueros después, se salvaron en Colombia[15]

En la época de la República Liberal la Arquelogía representaba una novedad para la sociedad Colombiana. En primer lugar porque lo indio estaba totalmente marginado de la sociedad, y consecuentemente como objeto de estudio sólo se le tenía en cuenta en su aspecto material, con el fin de coleccionar objetos exóticos, valorados sobre todo por su antigüedad. Esta fue la misma idea que se hizo esencial en el desarrollo de los estudios arqueológicos y la organización de colecciones oficiales, pues la imagen de lo indio era fácilmente comercializable a través del Museo. Con ello me refiero a la popularización de referentes de lo no-occidental como objetos de consumo, en tanto la visión del indio en un país poscolonial como Colombia ha sido el reflejo de la identidad de los europeos y criollos en el proceso de su construcción a través de la diferencia[16].

En términos políticos, pues, el museo es un escenario en el que la élite inventa o reinventa una tradición sobre la relación etnicidad-nación; en palabras de Blanca Muratorio, ello consiste en que:

la burguesía usa a los indios como peones-semióticos para sus propios intereses iconográficos y para legitimar sus propios intereses económicos[17]. 

En tanto la mayoría de la población era analfabeta en el país, la forma didáctica en que se presenta la información en un museo, es decir el lenguaje visual que es imperante, hizo y ha hecho de éste una herramienta adecuada para la difusión y comunicación de los mensajes nacionalistas sobre el pasado. Como dice García Canclini: 

El museo es la sede ceremonial del patrimonio, el lugar en que se le guarda y celebra, donde se reproduce el régimen semiótico con que los grupos hegemónicos lo organizaron [18]

Hasta aquí pretendo señalar el interés que sustenta la creación de una rama institucional en el país que promoviera los estudios arqueológicos, así como la difusión de los mismos. Este se expresa en el uso que se le dio al oficio arqueológico en el marco de tal ideología, a favor de la unificación y centralización nacional. Así, la interpretación sobre el pasado a través de artefactos arqueológicos se realizó a favor de la legitimación del proyecto vigente durante los gobiernos liberales: la consolidación de la Nación. En cuanto al Museo, éste se organizó de tal manera que generara una experiencia directa de las personas con la magnificencia del pasado arqueológico[19]. 

Habiendo reseñado brevemente este enfoque y su proceso de institucionalización, con su representación en el proyecto del Museo Arqueológico y Etnográfico, pasaré a explorar la forma en que ello se dio en el marco del Instituto Entológico Nacional, es decir, a partir del proceso de profesionalización de la Antropología en Colombia.

La profesionalización de la Antropología y el Museo Arqueológico y Etnográfico de Colombia

La profesionalización de la antropología en Colombia determinó que la práctica de la arqueología, así como el conocimiento al que estaba sujeta, se orientara hacia los presupuestos de la etnología francesa, a partir de la influencia de Paul Rivet quien en 1941 fundó en Bogotá el Instituto Etnológico Nacional con el apoyo del entonces presidente Eduardo Santos. Teniendo en cuenta la posición de Hernández de Alba hasta entonces, es importante resaltar que a pesar del carácter institucional de su labor, a la llegada de Rivet ésta fue señalada como poco científica. Por el contrario, en vista de sus intereses explícitamente nacionalistas y por sus antecedentes en el ámbito literario, fue desplazado eventualmente por fuera de la práctica de la arqueología legítima, definida entonces por los intereses neutrales de la ciencia[20].

Es importante señalar, sin embargo, que fueron precisamente las relaciones entre Hernández de Alba y Rivet las que le dieron la posibilidad al etnólogo francés de establecerse en el país durante los años de la Segunda Guerra Mundial[21]. Desde la exhibición organizada por Hernández de Alba con motivo del IV Centenario, a la cual asistió Rivet como expositor de sus teorías sobre el origen del hombre americano, se generó una relación entre ambos en la que Rivet, siendo fundador del Museo del Hombre en París, invitó amablemente a Hernández de Alba a estudiar allí.

La influencia de Rivet sobre Hernández de Alba en este sentido fue primordial, pues a su regreso de Francia el colombiano manifestó su interés en darle la forma de Museo-Laboratorio al Museo Arqueológico, tal como funcionaba el Museo del Hombre en París. A pesar de que ello no fue así, y principalmente en vista de la marginalización de Hernández de Alba del proyecto antropológico científico, el Museo adquirió características importantes durante la estadía de Rivet en el país, y sobretodo mantuvo un lugar esencial dentro del mencionado proyecto.

El papel del Museo continuó siendo central en el proyecto de difusión del pensamiento antropológico y bajo la influencia de Rivet se hizo aún más riguroso. Fue entonces que se desarrolló la práctica en Museología, liderada sobretodo por Blanca Ochoa, quien era una de las egresadas del Instituto Etnológico en su primera promoción. Así escribía el mismo Rivet orgulloso de esta labor, al respecto de su importancia en el marco de la Antropología nacional:

el resultado de todo este esfuerzo, que hubiera podido escapar a la masa del pueblo, se concreta ahora en un admirable museo donde cada hombre, aún el más inculto, puede darse cuenta de lo que vale, de lo que representa este patrimonio nacional, puesto en valor por un puñado de hombres de ciencia, animados del patriotismo más puro[22].

Cabe resaltar que para Rivet la función del Museo estaba dada en relación con el bajo nivel de educación o de cultura del pueblo colombiano, manifestando con este punto de vista su fe en la razón, la ciencia y la educación. Por ello, como parte del proyecto de difusión de la ideología nacionalista, el Museo dentro del Etnológico . viene así mismo a contribuir al fin educador de los gobiernos liberales. Teniendo en cuenta que este objetivo se mantiene a través de la profesionalización de la disciplina en el país, es importante considerar el contenido del pensamiento de Rivet en la etnología como marco interpretativo de la arqueología colombiana en esta época.

El difusionismo es uno de los elementos teóricos y conceptuales fundamentales en el enfoque que tenía Rivet de una ciencia etnológica. Su interés hacia el origen del hombre americano se sustentaba en una práctica arqueológica fuertemente orientada a la comparación de los materiales hallados, variando frente a la arqueología realizada por Hernández de Alba hasta entonces, principalmente por la percepción de la cultura material como documentos que debían ser registrados, clasificados e investigados como un medio para conocer las culturas estudiadas y sus relaciones[23]. La mirada científica sobre los restos arqueológicos determinó que se diera mayor valor a éstos, asociándolos a los grandes procesos de evolución y difusión de las sociedades e interpretándolos como evidencias del desarrollo tecnológico de aquellos pueblos. En palabras de Clara Isabel Botero:

La reliquia, antigüedad, curiosidad y obra de arte indígena del (...) pasado se convierten por el discurso científico en un artefacto, evidencia de la cultura material de un grupo, etnia o sociedad que está dentro de un museo que concede gran importancia al trabajo como principio de las sociedades modernas[24].

Esto se refleja en el hecho de que a través de las investigaciones arqueológicas sólo se buscara una reivindicación de los indígenas de tierras altas, mientras que los de tierras bajas no constituyeron un objeto de estudio por su organización social tribal que era considerada inferior. Las interpretaciones sobre el origen de tales culturas las encontraba en su interrelación con las grandes culturas del sur y mesoamericanas, lo que les daba un status de arqueología monumental.

Sin embargo, en tanto la arqueología se constituye en una disciplina científica, su carácter político se encubre al ser valorada como neutral. Así, a pesar de la vigencia de la perspectiva científica sobre los restos arqueológicos, no pueden perderse de vista los intereses señalados que dieron legitimidad y que sustentaban en ese entonces la práctica arqueológica y museológica en el país describiendo y representando unas y no otras culturas. Puede decirse entonces que aún dentro del marco del Instituto Etnológico Nacional el Estado-Nación colombiano manipuló el pasado, utilizando los sitios arqueológicos, los artefactos y las teorías científicas para fines nacionalistas, y para legitimar su autoridad y poder[25].

Para hacer más claro mi análisis sobre la ambigüedad de las representaciones de lo indígena a través de su apropiación por la arqueología del pasado prehispánico como imagen nacional, es interesante contemplar brevemente el contenido de las políticas de aquellos años referentes a las comunidades indígenas habitantes del país, y retomar críticamente las representaciones que en el Museo mismo se hicieron de las culturas estudiadas en el aspecto etnográfico.

Conclusión: El carácter colonialista de la arqueología nacionalista

Habiendo analizado en primer lugar el carácter político de la actividad arqueológica en Colombia tal como fue institucionalizada durante la República Liberal, y la pretensión de neutralidad -es decir de verdad-, que adquirió como ciencia, es interesante considerar algunos puntos de vista acerca de la imposibilidad de generar una representación neutral de una cultura. Por lo demás, es claro que tal era el interés de las exposiciones del Museo, así como la clasificación de las colecciones pretendía una labor objetiva de representación.

Quisiera aquí retomar la reflexión de James Clifford[26] acerca del carácter estratégico y selectivo de la actividad concreta de representar una cultura. El proceso de dar forma a las colecciones arqueológicas consiste en la selección de ciertos objetos, su descontextualización y revalorización en un nuevo orden de significados dados por el interés de tal práctica. Este fenómeno de revalorización viene acompañado de la mistificación de los significados y las formas de presentación de las colecciones como si fuesen una representación adecuada de la realidad[27].

Por lo demás, no es ajeno a la labor del Etnológico, así como fue explícita en la del Servicio Arqueológico, una actitud de denuncia frente al encuentro español en América de 1492 y al creciente proceso de extinción de los habitantes nativos, que se veía llegar a su fin en los años treinta[28]. Esta es, en parte, una actitud de nostalgia imperialista: es el lamento por la desaparición de aquello que uno mismo ha destruido[29]. En este sentido el Museo viene a dar cuenta de tal proceso de etnocidio, a la vez que a representar el interés por revivir, reinventar aquello que ha desaparecido para siempre, y así darle un sentido y un significado nuevo y propio. En este caso, las culturas prehispánicas fueron -y aún lo son-, un instrumento para valorar internacional y nacionalmente el elemento racial indígena, despreciado hasta entonces a través de las teorías y políticas de determinismo racial y geográfico.

En cuanto al ámbito internacional se constituyeron en un medio de prestigio para representar a Colombia a través de valores positivos que menguaran la representación negativa que como nación había tenido hasta entonces, midiéndose por la escala de valores impuesta por Occidente desde tiempos coloniales. En cuanto al sentido nacional, ello posibilitó el desarrollo del país a través de la valoración de su capacidad humana, dándole fuerza al proyecto de industrialización a través de la inserción de la totalidad de la población como mano de obra, a la vez que con la difusión del sistema educativo moderno a lo largo y ancho del país.

Además, este hecho coincide con la negación del elemento indígena en el país en su dimensión presente: el interés de los gobiernos liberales sobre la población indígena era el de asimilarlos e integrarlos al proyecto de modernización, promoviendo su civilización. El establecimiento de un nuevo régimen de tenencia de la tierra para estos grupos resultó en la desarticulación étnica y social de las comunidades indígenas de resguardo, que hasta entonces habían estado protegidas por la ley 89 de 1890[30]. Ante este proceso la antropología científica mantiene una posición neutral, y responde al llamado de la ciencia de recolectar materiales para fines académicos[31]. En palabras de Roberto Pineda Giraldo, un egresado del Instituto Etnológico: Fue muy importante el hecho de trabajar muy duro en las expediciones para recuperar lo que hubiera de las comunidades indígenas que se sabía que estaban declinando. Era recopilar material en grandes cantidades para que ese material no se perdiera[32].

Encuentro que el proceso de inserción de las comunidades indígenas al país durante estos años es a la vez contradictorio y consecuente con la construcción del pasado indígena como pilar de la nacionalidad. Además, la representación que se hace de ellos en el Museo Arqueológico y Etnográfico, donde el propósito no era sólo mostrar el pasado prehispánico sino también el presente indígena, plantea una apropiación de los grupos étnicos del país en el mismo sentido de las piezas arqueológicas. La relación que se genera con el presente indígena a través de su estudio y su inclusión en el museo, hace parte de un contexto de ideas en que el indígena, como primitivo, es la representación viva del pasado.

En este sentido cabe concluir que la arqueología colombiana durante la República Liberal tuvo un enfoque nacionalista que generó la puesta en escena de una identidad común basada en el elemento indígena pasado; a la vez que coexistió con los proyectos de modernización que se plantearon la meta de integrar a los grupos indígenas habitantes del país, buscando finalizar su proceso de civilización. Ambas situaciones se reflejan en la disposición del Museo Arqueológico y Etnográfico, que tiene sobre todo el interés de resaltar el patrimonio arqueológico nacional, a la vez que rescatar la cultura material de los grupos indígenas que se encontraban en vías de extinción, con una actitud de nostalgia imperialista -en este caso de colonialismo interno-desconociendo que, como antropólogos, las condiciones de posibilidad de sus investigaciones son una cara de los procesos de cambio drástico que conllevan a la desaparición de su objeto de estudio[33].





[*] Antropóloga, Universidad de Los Andes«« Volver

[**] Una versión anterior de este trabajo fue presentada como ponencia en el VIl Congreso de Antropología en Colombia, Universidad Nacional de Colombia, Santafé de Bogotá, diciembre de 1997. Agradezco los comentarios de Nicolás Ronderos y Luis Bernardo Mejía para la preparación de la presente versión.«« Volver

[1] Jaime Arocha y Nina S. de Friedemann, Bibliografía anotada y Un siglo de Investigación social. Antropología en Colombia, Bogotá, Etno, 1984; Milciades Chávez, Trayectoria de la antropología colombiana, Colección científica Colciencias, Bogotá, Ed. Guadalupe, 1986; Luis Duque G. "Notas sobre la historia de las investigaciones antropológicas en Colombia", en Jaime Jaramillo Uribe (director), Apuntes para la Historia de la ciencia en Colombia I, Documentación e historia de la ciencia en Colombia, Bogotá, Fondo colombiano de investigación científica 'Francisco José de Caldas' Colciencias, 1970; Marcela Echeverry, "La Institucionalización de la Antropología durante la República Liberal. Una Historia social de la Antropología científica en Colombia desde las perspectivas de localidad y género" Tesis de Grado, Departamento de Antropología, Universidad de Los Andes, 1997; Roberto Pineda Camacho, "La reivindicación del indio en el pensamiento social colombiano (1850-1950)" en Arocha y Friedemann (Eds.) Un siglo de investigación social, Pgs. 197-252; Carlos Alberto Uribe, "La antropología en Colombia" en América Indígena, Vol XI, No. 2, abril-junio, 1980.«« Volver

[2] Jimena Perry, "Biografía Intelectual de Gregorio Hernández de Alba", Tesis de Grado, Bogotá, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes, 1994.«« Volver

[3] Clara Isabel Botero, "La apropiación del pasado y presente indígenas: conformación de colecciones arqueológicas y etnográficas del Museo Nacional (1823-1938) y Museo Arqueológico y Etnográfico (1939-1948)" Tesis de Grado, Bogotá, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes, 1994«« Volver

[4] Elssy Bonilla, "Ideología y Educación en Colombia. Notas para su análisis." en Desarrollo y Sociedad, No. 1, Bogotá, 1979, págs 75-85; David Bushnell, The making of modern Colombia, a nation in spite of itself, Oxford, University of Caligornia Press, 1993; Jaime Jaramillo Uribe, "La educación en Colombia 1946-1957" en Varios Autores, Nueva Historia de Colombia, Bogotá, Planeta, 1989.«« Volver

[5] Ivonne Pini, "Aproximación a la idea de "lo propio" en el arte latinoamericano a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX" en Historia Critica, No. 13, Bogotá, Revista del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unversidad de Los Andes, julio-diciembre.1996, Págs. 5-15.«« Volver

[6] Nina S. de Friedemann, "Etica y política del antropólogo. Compromiso profesional." en Arocha y Friedemann, Un siglo..., Págs. 381-428; Perry, "Biografía intelectual..."«« Volver

[7] Laureano Gómez, "Interrogantes sobre el progreso en Colombia" en Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol 18, No 1. Bogotá, 1981, Págs 5-30; Richard Graham (Ed), The idea of Race in Latin America (1870-1940), Austin, Universtity of Texas Press, 1990.«« Volver

[8] Gregorio Hernández de Alba, "Raza de América" en El Tiempo, Página Editorial, Bogotá, noviembre 4 de 1934; "Los indígenas" en El Tiempo, Bogotá, diciembre 13 de 1934.«« Volver

[9] Clara Isabel Botero y Jimena Perry, Pioneros de la antropología. Memoria Visual, 1936-1950, Bogotá, Colcultura- Instituto Colombiano de Antropología-Banco de la República, 1994. «« Volver

[10] Ibid.«« Volver

[11] Gregorio Hernández de Alba, Colombia Compendio Arqueológico, Bogotá, Ministerio de Educación Nacional-Departamento de Extensión Cultural y Bellas Artes-Servicio de Publicaciones, Editorial Cromos, 1938.«« Volver

[12] Priscila Burcher, Raíces de la arqueología en Colombia, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1985; Pineda, La reivindicación...«« Volver

[13] Hernández de Alba, Colombia...«« Volver

[14] Botero, "La apropiación".....«« Volver

[15] Ibid pág 1 22.«« Volver

[16] James Clifford, "On Collecting art and culture", en Simon During (editor), The Cultural StudÍes Reader, London,, Routledge, 1933. Págs.49-73; Blanca Muratorio (Editora), Imágenes e Imagineros. Representaciones de los indígenas ecuatorianos en los Siglos XIX y XX,
Quito, Flacso, Sede Ecuador. Serie Estudios Antropológicos, 1994.«« Volver

[17] Ibid.«« Volver

[18] Néstor García Canclini, Culturas Híbridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijalbo, 1990. Pág. 158.«« Volver

[19] Bruce Trigger, "Alternative Archaeologies: Nationalist, Colonialist, Imperialist" en Man, No. 19,1984. Págs. 335-370.«« Volver

[20] Echeverri; "La institucionalización..."«« Volver

[21] Perry, "Biografía..."«« Volver

[22] Paul Rivet, "Visita del profesor Rivet" en Boletín de Arqueología, Vol II, 1947. Págs. 289-290. Énfasis mió.«« Volver

[23] Botero, "La apropiación"«« Volver

[24] Ibid, pág. 165. «« Volver

[25] Don Fowler, "Uses of the pasfc Archaeology in the service of trie State", en American Antiquity, Vol. 52, No.2,1987, Págs. 229-248.«« Volver

[26] Clifford, "On collecting..." pág. 61.«« Volver

[27] Ibid., pág. 54. «« Volver

[28] Luis Duque Gómez, "El instituto Etnológico Nacional y el Servicio de Arqueología en 1945" en Boletín de Arqueología, Vol I, No 1, Bogotá, 1945, Pág. 209-227.«« Volver

[29] Renato Rosaldo, Cultura y Verdad: Nueva propuesta de análisis social, México, Editorial Grijaibo, 1989«« Volver

[30] Francois Correa, "El indigena ante el Estado Colombiano", en Esther Sánchez (editora), Antropología Jurídica, normas formales, costumbres legales en Colombia. Memorias del Simposio de Antropología Jurídica, Bogotá, 1992, págs. 71-102.«« Volver

[31] Marcela Echeverri, "El proceso de profesionalización de la Antropología en Colombia. Un estudio en torno a la difusión de las ciencias y su institucionalización", en Historia Crítica, No. 15, Bogotá, junio-diciembre-de 1997, págs. 67-80.«« Volver

[32] Botero, "La apropiación...", pág. 141. El Museo Arqueológico y Etnográfico de Colombia (1939-1948)...«« Volver

[33] Rosaldo, Cultura y... «« Volver

   
 

Webmaster

Facultad de Ciencias Sociales • Calle 1 No. 18 A-10 • Edificio Franco 6 piso  • Bogotá, D.C., Colombia • Teléfono: (57-1) 3324505, Fax (57-1) 3324508